jueves, 29 de agosto de 2013

...jueves...


A veces siento un agujero en el estómago cuando me voy a la cama, no sé muy bien por qué...es verdad, otra vez me he olvidado de comer. 
La bolsa de té se me quedó toda la tarde sobre la encimera ahogándose dentro de la taza; el café, dormido delante de mí, en la hora del lunch y la comida en la nevera, junto a la sopa de miso. La verdad es que no fue un día muy agradable.

De pronto se me borran las ideas, es el vacío en el estómago, en el calendario, en la bandeja de entrada, en los rostros detrás de la pantalla del ordenador, en las calles de Madrid, en los vasos de cerveza que nunca me puedo terminar, y la lista interminable, la riada de guiones imparable que me escruta desde el cuaderno rojo.
Cierras la puerta otra vez, de nuevo te veo bajando las escaleras desde el hueco de cristal y susurro sin que puedas oírme, porque se me ahoga la voz...bye, y nada más. Se cierra la puerta sin ruido, no quiero volverme, sé que otra vez la casa esta girando en su rutina conocida. No estoy hoy preparada para recoger el agua que chorrea desde la pared, tengo miedo a cruzar el pasillo, sé que de nuevo, el hueco es demasiado ancho para mi pequeño cuerpo.
Ordeno la rutina en la caja de zapatos que nos ha sobrado en el caos de nuestro cuarto, intento que todo quepa sin que quede ningún espació vacío. Me sobra espacio, me pregunto si esto es también un espacio vacío. Pienso en buscar más objetos para rellenar la caja, pero no sé si esto será engañarme a mí misma. No quiero hacerlo. Me quedo un rato paralizada delante la caja, no sé qué hacer.

Olvidos

Cuando no se estudia gramática no se puede olvidar lo que es un verbo porque no se concibe, porque lo que no se concibe no existe. 

Cuando se ha vivido, no se puede olvidar lo vivido, porque va sumando conceptos en la epidermis y cada día se recuerda, se relee o incluso a veces, lo reescribimos con el paso del tiempo. 

Y entonces, vivir en el susurro, apagar el racimo de rumores que se cuelan por el tiempo, recubrir la colcha de la cama con tapioca y leche, rebajar los sonidos que tamizan mi espalda en la mañana, y volver a dormir, y despertar en la noche mojada de sudor, y recordar los barrotes de mi cama agarrotada y murmurarte sin miedo que me cuentes cómo has sido con el paso del tiempo, cuándo descubriste el calor de las tardes cansadas.

Llego tarde otra vez, el reloj no ha esperado a que llegase, en la puerta de la calle de nuevo tengo que recoger por la acera todos los minutos perdidos, los segundos alterados cuando quería ganar tiempo al tiempo, las esperas sumadas y gastadas en vacíos, los gestos repetidos, las voces conocidas, el paso del tiempo.

Pasa un zorro. Cuando pierdo la cuenta de su día a día, me siento perdida. Tal vez es porque ya no viene debajo de mi balcón, porque ya no me observa con los ojos brillantes, más certeros que los míos, que se vuelven de aguas estancadas con el paso del tiempo.

Y perder las secuencias mientras bajas la escaleras por trescientas sesenta y cinco veces en este verano y al subir pisarlas sin prestar atención, porque no quieres pensar, porque te estabas olvidando de recordar y de pronto se te escurren las memorias y te encuentras agotada de tanto vacío. Es el paso del tiempo, pero cuando el tiempo no existe ya no se puede recordar, porque el recuerdo pertenece al tiempo y el tiempo ya no existe. Es el paso del tiempo.

Salgo a la calle, me diluyo entre el aroma mojado de la ciudad sin tiempo, me escurro haciéndome la invisible y paso desapercibida. Nadie te mira; nadie te toca; nadie ni tan siquiera te roza. En la ciudad de la lluvia nada se dilata, me siento en el escalón de Angel, los zapatos avanzan, he perdido mi caja babeada de nodles, hoy no llevo la falda. Ya no sonrío. 
Sin embargo, los días se repiten, pero no dejan rastro

domingo, 25 de agosto de 2013

...sábado...



EL LISTADO

- Empinarse sobre los talones para llegar hasta la parte de arriba de los armarios, los tallarines, la harina, el corcho sobre el que se colocan los platos calientes, las pajitas de colores, el vinagre de manzana, el aceite de sésamo...anything else?

- Estar a punto de preguntar a tu alumno que de dónde es y recordar que ella odia que le hagan esa pregunta, porque es de Londres, y de pronto te das cuenta de que en España todo el mundo haría esa pregunta, porque allí, todo se da por hecho.

- Cambiar la hora del reloj y perder la hora de España y tener ya todos los relojes con la hora inglesa y volver a sentir el miedo a olvidar mis datos personales y acordarme de todas las bolsas de plástico llenas de ropa mientras caminaba en verano hacia el contenedor y me quedaba paralizada delante de la abertura, porque nunca recuerdo si he cerrado las bolsas de plástico, y distraerme mirando a mi vecina, inmensa con su perro diminuto.

- Trabajar con dos ordenadores, tres teclados, dos de ellos en idiomas diferentes, tres o más soportes para guardar datos, y enviarme los archivos por mail desde el ordenador español al inglés, en donde también tengo abierto mi correo electrónico y descargar luego los archivos y desde el mismo guardarlos en el disco duro.

- Huellas de felino en el paso de cebra.

- La proyección de una película desde la casa de enfrente sobre el muro de ladrillo de la casa del vecino.

- Tener frío.

- Estar en silencio.

- Y mudarse de ninguna parte al país de Nunca Jamás...Peter Pan...?

- ...

jueves, 22 de agosto de 2013

...jueves...



El tiempo es algo extraño, pasas la mayor parte de tu vida esperando a que pase para luego tener de nuevo tiempo de poder esperarlo de nuevo. Esperamos a que pase el tiempo y nos sentamos en una silla indiferente y hacemos planes y recordamos y organizamos el día y nos arreglamos para ir a trabajar, como hace ella ahora, con una rutina que adelanta el momento del lunch. Bien es cierto que hay personas, como ella, que no habitan el tiempo, que saltan por encima de los instantes sin percibirlos, porque cuando no piensas en el tiempo, cuando no sientes el tiempo, el tiempo no te transita y la vida te pasa, como a ella, en una sucesión de instantes conquistados. 
It's a skill.

Esta mañana, el tiempo se había detenido en la mesita de noche, como uno diferente, significando el verbo detener con un nuevo matiz, el literal; con el sentido físico, el de permanecer inmóvil, estático, observante, juguetón. Esta mañana, el tiempo había olvidado su sentido poético adquirido. 

Hay muebles, como la mesita de noche, que realmente no se corresponden con sus significados, igual que el tiempo. La mesita de noche puede ser una estantería desubicada o las patas de una mesa que huyeron, simplemente, huyeron. Y el tiempo se había congelado y yo lo miraba y nos mirábamos desde el acantilado turbio de los significados adquiridos. Y simplemente no hablaba, pero podía mirar, y yo podía retener entre las cuentas de su collar, los vapores evadidos de la noche pasada. Y las palabras me pesaban de tantas connotaciones, y me costaba abrir los ojos, porque al mirar al tiempo los recuerdos empujaban desorganizadamente, caóticamente, bestialmente, ruidosamente, como un ejército de hombres salvajes con sus penes agitados. Y yo trataba de ser literal, de ponerme el pijama y salir de la cama con el té en la mano, de recorrer el espacio inmenso entre la ventana y la cocina, de escalar a la silla y asomarme a la ventana de la casa, trataba. 
El tiempo me estaba esperando, el tiempo que duerme ahora en la estantería de noche, el tiempo que sobrevuela mis sueños y no puede rozarla. Y cada noche, mis sueños superan al ejército de hombres con sus penes erectos, y el tiempo observa y mis hombres se revuelven y los recuerdos se defienden falsamente, tan solo para disimular, tan solo por la absurda obligación de recordar el pasado, de recordar mi vida. Y se ahogan, y enmudecen, y se congelan, y yo ya no recuerdo nada, y el tiempo pasa como por rutina, como sin personalidad y vuelvo a soñar y de nuevo se me amontonan entre las marcas que deja la sábana en mi piel desnuda cada noche, secuencias descomunales, imágenes deshabitadas, retazos inservibles que me habitan y me desbordan, de nuevo sin sentido poético. Y cada mañana, mis sueños nocturnos conquistan mi cuerpo y dominan mi decisión y me recuerdan que me pueblan y desaparezco y pienso en ellos y los llamo y comparto mi tiempo con ellos sin poder comprenderlos nunca. 
Porque esta mañana, cuando me desperté, el tiempo era un pedazo de aliento de papel.



sábado, 17 de agosto de 2013

...sábado...


Me estaba quedando dormida en el sofá, como si fuese domingo. Los domingos la biblioteca está vacía y yo me hago a la idea de que vivo en un castillo. Es así como victoriana, como vieja, como sucia y funciona. Me siento ya aquí un poco más en casa porque resulta que he puesto unas fotocopias en el corcho con mi foto, anunciando clases particulares y así, pues cuando me doy una vuelta me recuerda un poco al salón de mi casa. A veces me obsesiono un poco con esto de los carteles y hago lo mismo que en la biblioteca. Me acuerdo una vez que en mi casa no podíamos pasar al cuarto de baño porque la puerta estaba cubierta con los papeles, reconozco que ahí se me fue un poco la mano, pero al final escribí una entrada en el blog.
El caso es que cuando me desperté y fui a la cocina para hacerme un té, aquí en la biblioteca podemos, este país es diferente. Pues oí un ruido extraño, como de manifestación, me quedé muy quieta en la puerta. Me di la vuelta y abandoné la idea de tomarme el té, alredor de la ketel había un montón de gente, gritaban no sé qué, pero yo me aburrí enseguida de mirar la manifestación y me volví a mi sitio. Lo bueno de vivir aquí es que siempre puedo elegir sitio y no tengo que hacer la aburrida cola cada mañana.

Qué gracia, alguien había sacado ayer el pétalo del vaso y lo había puesto en el borde del lávabo, me hizo reír. Yo lo dejé ahí, pienso que seguirá todavía en el mismo sitio donde lo dejé. No es como lo de la ketel, la verdad es que en la cocina nunca puedo encontrar las cosas y las que me gustan están demasiado alto. Por eso me olvido de comer.

viernes, 16 de agosto de 2013

...viernes...


En el vaso de los cepillos de dientes del cuarto de baño, se nos está pudriendo un pétalo de geranio. La verdad es que no sé muy bien cómo ha venido a parar ahí, pero el caso es que nadie lo quita. Esta es la casa de los propósitos y de las teorías preadelantadas donde al final, los cepillos de dientes comparten piso con los pétalos de geranio. Cada día, cuando nos limpiamos los dientes, miramos el fondo del vaso con extrañeza y naturalidad como si alguien fuese a venir detrás de nosotras a sacar el pétalo del ahíYo, que ahora vivo en la biblioteca y tengo mucho tiempo libre, paso bastantes horas observando el fondo del vaso y he podido seguir todo el proceso. El pétalo era rojo vivo y sin querer, ha ido perdiendo su color hasta llegar a este marrón hoja de otoño. 
Aquí hace bastantes semanas que ya es otoño. Yo por eso voy por la casa con las medias de montaña, aquí todo es normal, así que nadie me mira cuando vuelvo a mi sitio. 
 

miércoles, 14 de agosto de 2013

Golpearse 2

 


Santos, flagelación, dolor, 
Santas, flagelación, dolor,
Santos, Santas, Santos, Santas,
ME flagelo te flagelas se flagela nos flagelamos os flageláis se flagelan
dolor, me gusta hablar del dolor, hablo del dolor, quiero hablar sobre el dolor y hoy me he dado cuenta de que mi tema es el dolor.

dolor.

(Del lat. dolor, -ōris).
1. m. Sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior.
2. m. Sentimiento de pena y congoja.
~ de corazón.
1. m. Sentimiento, pena, aflicción de haber ofendido a Dios.

Sensación molesta

Estaba parada, la máquina no funcionaba. Las tenazas estaban detenidas sobre su cuello recién mutilado. Estaba seco, no fluía la sangre porque tal vez ya no tenía sentido. La escuadra, 90º de diferencia entre el ángulo de tu mano y mi cuello. No quiero acercarme a ti. Me detengo. Me golpeo la cabeza contra el muro, contra la pared, contra el suelo, contra el quicio de la puerta, y lo hago delante de ti, porque quiero que me veas, porque tú eres God
Estoy seca, no fluye la sangre entre el recodo que guardan mi nuca y tu cuello. 
Estabas solo. Flagelación. Creaste una máquina para sofisticar el duelo. Duelo, dolor, duele. Dios te estaba mirando, te arrodillaste y fingiste aparentar que estabas rezando, pero te estabas golpeando. Solo, delante del televisor que emitía un programa vacío, te estabas golpeando mientras rezabas, mientras tratabas de explicarnos que lo hacías por Dios, que ellos te miraban, que era un reto. 

                     ME duele, TE duele, le duele, NOS duele, os duele, les duele

La piedra

La agarras sin esfuerzo, como si fueses una escultora del S XVIII, como si el equilibrio formase parte de tu sacrificio, como si tu sacrificio no fuese San Antonio, como una danza, como dejar de comer y bailar el vacío en el hueco de tu estómago. Ya no suena nada, porque ni siquiera hay líquido. 

golpea golpea golpea   la roca avanza   golpea el pecho se te abre se te abre se te abre
Coge la piedra cojo la piedra
Te golpeas el pecho de maniquí disecado, mientras yo atornillo mi antebrazo con la esquirla de tu roca. Esquirlas bravas y seguras, aprieto mi antebrazo, giro, giro, giro. Me duele, me está doliendo, no quiero comer, no respiro, olvido las palabras que ponían nombre a las sensaciones. Parece que sale sangre.

El diente

Estás serena, alta e invulnerable, dulce y esbelta como las espigas, 
pero no hay viento,
el pelo no se te enreda como imaginábamos en los días felices   días de infancia   días de mar  días de playa.
Pero no te mueves.

GOLPEAS

Sonido seco. Las tenazas de nuevo han golpeado tu boca, el diente repele y repite tu dirección seca. Otra vez, otra vez, otra vez. Golpeas de nuevo. El diente revienta la forma que dibujaste. Tu rostro se transforma.
Hay un viaje poético desde tus manos empuñadas a tus labios, el tiempo que tarda en destrozarse un verso, el tren que te lleva al goce del dolor, la soberbia se delata en tus ojos y no nos reconoces. Disfruta Saint Apollonia.

Te señalas con tu dedo, sabes que serás el siguiente. La fila de torturados aguarda impasible, amedrentrada. No tienen elección. Tú sí.
Avanzas ante ellos como un novio gitano, alto e invulnerable, con tu traje ceñido y tu cabello apretado, apretando los muslos al caminar seco, aparentando volumen. 
Entras en el patítulo. Nadie te señala. Te detienes. Te desnudas sin prisa y empujas, empujas, empujas, empujas con tu dedo erecto hacia tu costado, livianamente, violentamente, secamente. 
Se hunde, se hunde, se hunde. 
Es el espectáculo del dolor, donde disfrutas, bellamente.

Tu piel se va desprendiendo, se exhibe la pasta de madera, eres otro maniquí, eres el novio malmaridado.

- Tienen que esperar a que se cargue el generador de nuevo.

Y miles de pequeños ingenios para llegar a rozarte. La parrilla está preparada, a fuego vivo. Te levantamos el hábito en un ritual inconfundible, muestranos tus nalgas San Lorenzo. Queremos sodomizarte, incarte nuestros penes y empalarte.
¿Dónde está tu culo San Lorenzo?
La parrilla aguarda. Decides acercarla, acercarla, acercarla.

- ¿Te quemas?

- Es sofisticado en la piel. Lento, infalible y deja una marca visible.

Me horrorizo del dolor, me horrorizo en mi poética de vómitos continuos, en mi sonrisa mordaz que defeca en el manantial de la vida.

Vale

 


martes, 13 de agosto de 2013

...martes...sopa de miso...


Esta semana estoy jugando el perverso juego de no comer. Es fácil olvidarse de las horas de la comida y sentir el estómago pegándose pared con pared al final de la tarde. Cuando me quiero dar cuenta ya estoy perdiendo peso otra vez y se me olvida más aún esta cuestión remota de la comida. Lo bueno de aquí, es que no tengo báscula, así no puedo saber si peso menos de 50, como en Madrid. 
El cuerpo cambia, no es un cambio brusco como cambiar de vida, sin embargo una piensa que llevaba preparando este cambio todo un año, o más, pero luego te cae de golpe como una catarata desde el techo, como un agujero en el suelo del balcón, y ves como las plantas se van secando, pero no te atreves a regar porque tienes miedo de caerte del 3G. Si fuera de noche, llevo dos noches viendo al zorro, este es más joven, y más limpio, y más guapo, mucho más guapo. Tiene la cola como todos, encrespada y hacia arriba, limpia y pulida, muy limpia. Mira inteligente y tiene una cara pequeña. Sé que no me puedo fiar de ellos, aunque les hable desde el balcón. Sé que son violentos, ladrones y traidores. Sé que lloran como bebes recién nacidos y que su llanto te hace ver bebés desnudos en la calle, sé todo esto, pero cada noche me asomo a verlos, porque para mí son un punto de referencia conmigo misma.Sé que saben que estoy aquí.
Ayer tuve un pensamiento lúcido sin palabras, pero hoy, hablando con mi amiga Amelia me lo he relatado. Es gracioso, como el 3G. El caso es, que en casa me siento como si estuviese en la biblioteca, aquí se dice Library, por eso yo siempre me confundo y digo que voy a buscar trabajo en una biblioteca. Por cierto, lo escribo con mayúscula porque aquí todo lo escriben con mayúscula en cuanto llama la atención y a mí me parece que esto de la Library, pues lo merece. 
Tengo todo diseminado por la casa, incluso los propósitos que olvido cada mañana que se convierte en tarde y que para mí siempre es mañana hasta que llega ella. La cuestión es que ya no llevo reloj y el tiempo de los móviles y de los ordenadores se me antoja una parte más del diseño del aparato, pero que en realidad no tiene importancia.
Hoy he hecho el amor con la fotocopiadora, ayer me sedujo y hoy por la mañana hemos tenido sexo con el balcón abierto, hasta eso de las once aproximadamente. Es blanca, aquí todos los aparatos son blancos, no sé si será por eso que van tan lentos. 
Ahora tengo un teléfono fijo que es de pago y que no recibe llamadas, pero con él aún no he hecho el amor, porque no me ha seducido.
Parece que mi cabeza a vuelto a funcionar, mañana paso el aspirador.

lunes, 12 de agosto de 2013

...lunes...agujeros...


Esta semana la casa se nos ha llenado de agujeros. Desde el martes por la mañana empezamos a encontrar agujeritos pequeños, como de insectos, no sé, la verdad es que la casa se llena de bichos cada día, me gusta tener la ventana abierta, por eso luego hay tantas moscas. Lo malo es que los agujeros se nos iban haciendo más grandes por momentos, por ejemplo, cuando se marchó el martes por la mañana, a eso de las nueve, eran como de carcoma o de hormigas, algo así. Sin embargo, a las doce empezaron a hacerse como del tamaño de mi puño, entonces me asusté y pensé llamarla, pero abandoné la idea, ella nunca coge el teléfono. 
No sé qué hacer, la verdad es que nunca me había enfrentado a este tipo de problemas, aquí todo es diferente, yo sigo pensando que todo está en el lado contrario, como los coches, pero el caso es que no sé qué se puede hacer cuando te encuentras ríos por la casa o agujeros y más agujeros. Al final yo siempre me siento bloqueada, entre que no sé si hay Páginas amarillas, mi inglés y el miedo, pues no sé, que me quedé toda la mañana paralizada, iba de un agujero a otro, me quedaba horas mirando como crecía y no tomaba ninguna decisión.

Mañana me haré un horario. 

Hoy parece que la casa está normal, yo por si acaso no me estoy moviendo mucho. Solo he tomado un té. Cada día me propongo cocinar, hoy por ejemplo pensaba hacer las espinacas. Se me acumulan los propósitos en la nevera, ya tengo una fila considerable, pongo los recipientes uno sobre otro, porque así, cuando abro la nevera, pienso que es solo uno, uno muy alto, eso me gusta, gente alta, como ella. 
Se ha ido otra vez. 
Ya no intento hacer la fiesta de la vida cotidiana, ni rebuscar en la bolsita de los días en mi casa. Se me ha caído todo de la bolsa. Agujeros.
Estos días estoy un poco preocupada, creo que estoy perdiendo la memoria. No recuerdo casi nada. Cada día es como si tuviese que aprender a hacer cada cosa, pero no me refiero a algo difícil, me refiero a las espinacas. De pronto es como que no sé como se utilizaba el ajo en el aderezo o como si no tuviese sentido comer fruta, es como si ni siquiera recordase que cada semana solía cambiar las sábanas. Lo cierto es que delante de cada pequeña decisión, me quedo paralizada, no hago nada. Bueno, hoy voy a intentar hacer un horario.

Tengo un agujero en el pijama.

La cabeza me va muy despacio, no encuentro nada que se parezca a lo de antes y que me ayude a entender lo de ahora. Tengo la sensación que se me ha vaciado el cerebro y que las ideas están difuminadas en una niebla de conexiones nerviosas. No calculo el tiempo, me huele a otoño, pienso en el próximo invierno, a veces, sale el sol. No logro encontrar mi método de trabajo, creo que me olvidé meterlo en la maleta cuando me fui de España. 

Tengo un agujero en pijama. 

No sé por qué la casa tiene que quedarse tan vacía cuando se cierra la puerta.


sábado, 10 de agosto de 2013

...sábado...


Deshice la maleta. Fue difícil encontrar espacios donde poner las cosas. Papá ha llorado. Me asusta olvidar mi número de móvil, de teléfono, mi dirección en España...y que un día, en algún lugar público, me la pidan, y yo no sepa qué contestar, y parezca que no tengo casa, que no se de dónde vengo, por qué estoy aquí... "ya hemos ingresado los 81 euros" y fue entonces cuando lloró.

El miedo, miedo a llorar, miedo a reconocer, miedo al miedo.

Los viernes es fácil olvidar que estoy aquí. Hoy es sábado, voy a bailar, voy con mi bici, voy a volar con ella.

Otra vez.
Difícil.
Es fácil dejar de comer. Me debilito o mi cabeza is running, running, running, running...pensar deprisa, hablar deprisa y a voces dentro de mi cabeza, corriendo por el pasillo de Higgsbury & Islington, sin mirar a la gente, sin mirar a la ciudad, sin oler el caucho dulce.

Comprar:
Nunca tengo tiempo de coger lo que quiero, es difícil encontrar lo que busco, dedico la mitad de la mañana delante de los bordes de los estantes pegando mi cara al plástico y no veo nada, de nuevo las letras danzan perversas danzas delante de mis ojos, otra vez me he dejado las gafas en casa. Por megafonía anuncian que la tienda está cerrando, vuelvo con mi cesta vacía, cargando todo lo que ella ha comprado, no sé qué vamos a cenar, cuando llego a casa y saco las cosas de las bolsas de elefantes me pregunto para qué servirán.

...pan, lavadora, cocina española con especias orientales, cargar el móvil, comprar un billete..todas las cosas que se podían hacer sin pensar no ahora. Me duermo. Torpe, poco útil. People se mueve a mi lado. He llegado sin dirección, mi movimiento es incoloro. Correr por el canal.

Feliz..? Sonreír...suena la puerta...salvada, me encuentra otra vez asomada en el acantilado del pasillo. Hoy es martes. Correr por el canal, volver otra vez a la cama, está hecha. Hábitos encontrados. Llueve. Hacer el amor dormida, relámpagos, orgasmo, excitación, excitada, excitarse, caliente, caliente, caliente...espiral de sexo imparable, no puedo pensar en nada más, todo es sexo en la casa, todo es sexo en la calle, todo es sexo en las fresas, en las entrevistas de trabajo, en el pub, en el teléfono...sonreír otra vez. No sé qué hacer. Correr por el canal.

Y la luz se estanca encima de la mesita del salón.

Correr...Soho...wok...comida china. La ciudad mágica, la ciudad en donde todo sucede extraordinariamente. ¡Casa! Mi bici...yo...Londres...amo esta ciudad.


jueves, 8 de agosto de 2013

Jueves...


Hace ya tiempo que siento que ya no escribo bien, que el Blog que nació en los Días Bestias ha dejado de fluir, que he perdido mi arte o solo la capacidad de escribirsentirencontrarlametáfora, y de pronto hoy cuando venía en mi bici desde Shoderich he tenido esta idea, ser una blogera como tod@s, permitirme este espacio de diario público que, como llevo pensando hace tiempo y he comentado varias veces en mis clases, está generando un nuevo género literario. La cosa es que yo no quería crear esta especie de paja egocéntrica que creo que es contar tu vida literal en tu blog, por eso elegí este lenguaje prosopoético cargado de metáforas y de escatología, pero, ahora vivo en Londres, y mi pecho revienta de emociones y no tengo referentes y me pierdo por la casa y no encuentro mis bragas... Por eso los primeros días decidí utilizar la agenda que me regaló mi amiga Marimar, pero ya no sé escribir en papel. Entonces hoy, cuando venía de la entrevista en la agencia de contratación de profesores, en mi bici, por el canal, he tenido esta idea. Por qué no escribir lo que me pasa aquí, realmente esto no es real, es la misma metáfora de lo que estoy soñando. 
Aquí...allí...en Londres o London siento que mi vida antes del 17 de julio se vuelve borrosa, que no puedo verme bien en el pasado, aquí o allí o en Londres o London, no siento mi vida, quiero decir, esa palabra extraña que utilizamos para nombrar a la vida y que realmente cuando la pienso desde aquí me parece que es solo un significante. Esta palabra me trae a la cabeza una pregunta que me hice en España, cuando sabía que iba a dejar de mi colegio, ¿cómo podré vivir sin la Gramática? Es curioso, aquí, en UK, no se estudia Gramática, se aprende a hablar, a escribir, creo que muy bien, y sin embargo, no saben qué es un sintagma nominal. Y yo que me he afanado tanto en explicarlo. Es increíble, para mí es vital, será porque admiro tanto a los griegos. 
Ayer tuve otro sueño, soñe que estaba sola, tan sola en medio de la casa, tan pequeña; la casa se volvía inmensa, gigante, descomunal, y yo me sentía Alicia...¿dónde está el agujero?... Entonces cogí mi bici, eran las doce de la noche, aquí dicen midnight. Salí de casa corriendo, como cuando era pequeña y creía que el monstruo me perseguía, cogí mi bici, como si huyese de algo, quité la bolsa azul de plástico para que no entre la lluvia dentro de ella y coloqué corriendo el sillín. Crucé la calle, de pronto me di cuenta que iba en pijama, me acorde del dependiente del Corner Shop, el que me cogía el dinero de mi mano porque yo aún no entendía las monedas de aquí. Ahora las entiendo un poco más.
Crucé, bajé la cuesta que lleva a la iglesia, giré por el canal a la izquierda, cada día corro por aquí. Estaba oscuro, me acordé de lo peligrosa que me han dicho que es esta ciudad y me di la vuelta. De pronto cambié mi impresión, las calles estaban llenas de vida, otra solitarias y oscuras. Entonces sí, vi tres zorros, vi tres zorros...

Estoy jugando a un juego perverso con la comida.

miércoles, 7 de agosto de 2013

El borde de la cama


Estos últimos días he sentido miedo al salir de la cama, ha hecho bastante calor y el agua ha revosado las paredes del edificio. Agua por todas partes. El sonido de la lluvia me ha despertado, he intentado ir a la cocina. De la tubería de la pared salían gotas templadas, me sobresalté por la temperatura. Salté de la cama y un lago de agua dulce con restos de algas me anegó hasta las rodillas. El frío era extraño, era diferente al que había sentido antes, tuve miedo a ahogarme, tuve tanto miedo que olvidé sentir el suelo bajo mis pies. Me hundía en la habitación, en el espacio no cotidiano de una cama y el rodapié. Agua por todo mi cuerpo, algas derramadas por mi piel, olor a presa, color de agua de ciudad, agua de ciudad...madrid...ciudad...campo. ¿Dónde has dejado las flores?

En el recipiente de mis sueños nocturnos ha aterrizado esta noche una gaviota, sus alas salpicaban también agua, el vaso estaba lleno de pedazos de conchas, el agua salada. 

Cada noche el mismo sueño se acuesta a mi lado en la cama, cada noche me abraza, me empuja hacia el borde hueco sin permitir que me anegue, no quiere que desaparezca. Puedo adivinar sus movimientos, los pequeños pasos de sus manos de arista, pero no puedo esquivarlo. 
Mis manos, de desierto. 
Intento recorrer con los ojos los últimos restos de mis dedos alargados, huesudos, desordenados. El agua los está deshaciendo.
Y otra vez la casa, el suelo derramado, los brazos colgados de la nada, tu voz de pañuelo mojado, su risa deslabazada, la luz del rincón en tu rizo rubio, la música, el ruido de la calle, las voces de las alcantarillas. Nada es como en mi sueño, cada recuerdo se deshace como la arena de la playa sobre un absurdo castillo de arena inútil.
Mi sueño es oscuro, se derrite por la noche entre las algas y se expande por el suelo de la casa, forma olas de agua dulce sin arena y moja un poco el límite ordinario entre la sábana y el rincón de la pata de la cama. Mece mi sueño con fango deshabitado, con soledad compulsiva, con páginas en blanco. 

volver a soñar, volver a soñar, volver a soñar...

Sueños recurrentes y crueles se azicalan cada noche en el quicio de la puerta. Tienen hambre de sueño y se preparan para vestirse el calor de los cuerpos agitados, de las respiraciones esparcidas entre el hueco de un sueño y el temor de mi rutina nocturna. Nadie puede escucharlos, llegan entre sopores vacíos, nadie despierta en medio de la noche, el mundo está roto y entre los huecos se resbalan los sonidos de las sábanas. 

Tengo los dedos mojados, por el bajo de mi camisón  escalán montañas de papel desvencijado, me escuece el algodón de tu pelo en mi hombro, creo que me voy a despertar.
 

martes, 6 de agosto de 2013

La ciudad de los huérfanos


London summer again...

Me pregunto si será verano, otoño..?...¿dónde están mis hermanos? Salgo a la calle, no tengo hermanos, ¿tengo hermanos? Recuerdo que quise tenerlos, ¿dónde fue aquello? ¿dónde está mi casa? He vomitado más allá de la calle donde vivía, he pasado el portal, ya no recuerdo el número. Tengo frío otra vez, llueve.
He vuelto a soñar que pasaba por mi portal y que no lo reconocía, que me marchaba otra vez y que me marchaba otra vez y que me marchaba otra vez...mamá...
Me pregunto si será verano de nuevo, ¿dónde está mi casa? Salgo a la calle, me confundo entre los huérfanos, rostros eternamente jóvenes que caminan sin mirar, que vuelan sobre zapatos que no les pertenecen. Me siento de nuevo en el escalón, de nuevo cerca del metro, me ensucio de nuevo la falda con los recovecos de los restos de comidas digeridas a través de las calles fugaces. Nadie se mira, nadie se reconoce. Mastican sin hablar.
Por Angel pasan cada día millones de zapatos, zapatos sin dueños que viajan por la ciudad, que parecen saber su objetivo. Me divierte mirar los zapatos, todos los que imagines pasan cada día por Angel. Me divierte venir cada día y verlos pasar.
Estoy descalza, aún no he comprado mis zapatos y tengo frío otra vez. Busco al hombre café, me sonríe lejos, no puedo verle, llevo días sin verle, por eso no he tomado café. Tengo sueño, he salido a la calle y no sé por qué. Me busco entre los huecos de mi falda y encuentro un envase de nodles, se me llena la boca de saliva, siempre que me siento aquí, siento hambre. Tragar, escupir, tragar, vomitar, tragar, jugar. Comida...
De nuevo se ha hecho de noche, escalofrío otra vez, estoy sola, deambulo por la ciudad de los huérfanos. Me levanto, mi falda está sucia pero no quiero sacudirme el polvo, nadie me mira.
La ciudad de los huérfanos nunca para, nadie envejece en la ciudad de los huérfanos, nadie nace. Cuando alguien alcanza la edad prohibida, desaparece, una barca anónima los traslada hasta la isla.

- Peter Pan..! Peter Pan..!
- Campanilla?
- ¿Dónde estás Peter Pan? No puedo verte...

La ciudad de los niños perdidos, nadie crece a salvo en Londres, nadie envejece, nadie piensa en el tiempo.

El país de nunca jamás...

Se ha cerrado la puerta, el sonido de la vida se ha diluido en el charco de la cocina, busco la lámpara, aquí no tenemos lámpara. Me pregunto dónde podré colgarme cuando sienta miedo, se ha vuelto a derramar el café. El charco de la cocina está creciendo, puede que salga por el hueco de la puerta, que se vaya escaleras abajo, tal vez el vecino escuche el ruido y salga. No puedo pensar, todo va muy deprisa y yo sueño con la lámpara de la cocina. El pasillo se congela. Se cierra la puerta otra vez. Ella se lleva el sonido de los días, el sonido del tiempo de la ciudad de los huérfanos. El silencio otra vez.

Vuelo por la ciudad sin Peter Pan.