lunes, 17 de agosto de 2020

Madre, hijo y cordón umbilical


(ESCENA I)

MADRE: ¡Hijo! Hijo, ¿dónde estás?

(Hijo mira el techo de la caja y mueve sus manos pequeñas al son de un halleluja. Madre se inquieta y se agita en su cama de hospital blanca, azul e inexpresiva. Una enfermera se acerca a observar al bebé del turbante verde en la cabeza. Entra la abuela y lo mira desde la arista de cristal de la caja donde el niño nada.)

MADRE: ¿Hijo?

(Silencio en su cama de morfina de hospital de la habitación circular de paredes despintadas. Sola. No hubo más madres de cesárea aquella madrugada. Cortada y cosida, amarrada el vientre para sujetar su entraña, sujeta a la cama para no desmayarse sus brazos doloridos de agujas y guijarritos. Noche en vela. Madre se duerme.)

HIJO: uno, dos, tres, cuatro y uno, dos, tres, cuatro y uno, dos, tres, cuatro y uno...

(Respiran)

MADRE: (Soñando con el hijo) Hijo, toma.

(Hijo come)

MADRE: ¡Hijo, mira! ¿No es hermoso? El sol, la luna, el universo, tú y el riachuelo helado. ¡Mira hijo! ¡Mira! ¡Un pez!

HIJO: Ma...ma...ma...ma...cántame la luna se despide con la rosa mosqueta en su coleta.

MADRE: Hijo, esa canción es ya antigua, déjame que te cante la canción de una noche sin estrellas cuando se helaron las nubes y tu abuela corrió sin buscarte entre la escarcha que cortaba el aire, que cortaba el aire, y lloraba, porque el frío le quemaba la cara y le costaba limpiarse las lágrimas mientras tú cantabas y mientras yo dormía. 

Hijo, déjame cantarte la canción nueva, la canción primera.

(Madre e hijo cantan empujando la mañana y la habitación circular de paredes despintadas comienza a girar muy lentamente mientras madre e hijo alzan la voz en tonos diferentes que recorren sus edades, voces primeras y antiguas, voces gastadas y viejas de los años vividos y jóvenes de madres y también intactas, nunca sonadas antes, voces primeras, neonatas, como tú Avena.)


La mañana abre, la quietud persiste, el silencio y nada, nada ha cambiado. 

El día es gris y comienza a llover. 

La enfermera viste a la madre con el traje de novia y la asea, abrillanta el cabecero de la cama que reluce con el reflejo de la bombilla. 

Camilleros, ruedas, puerta, ojos abiertos, nadie duerme ya.


(ESCENA II)

(Madre espera, dormita la mañana en una indolencia genética de madres nuevas. El tiempo, simplemente, pasa.)

MADRE: Hijo, ¿cuándo llegas?, te estoy esperando esta mañana. Mi cama está ya sudada y mi traje arrugado. Hijo, no te tardes, que te quiero conocer.

HIJO: Ya llego madre, las sombras me llevan en mi caja sin techo, pero no puedo verte.

(Madre otra vez cierra los ojos)


La puerta de la habitación se abre.

(ESCENA III)




viernes, 10 de julio de 2020

הַלְלוּ יָהּ



(había salido el sol, un sol de acuarela suficiente para encontrar el camino al hospital. hospital. la palabra se repetería en su cabeza sistemáticamente, como un metrónomo, como su corazón monitorizado, motor antiguo, los últimos viajes de aquel Megane Classic que le regaló su padre, el mejor regalo que me han hecho, solía decir. decir, decir y decir. aquella mañana sobraban las palabras. volver a arrancar después de la luz roja, una y otra vez, una y otra vez. la calle repetitiva, la luz plana de acuarela, los edificios siempre iguales de Madrid, ladrillo blanco, ladrillo gris, ladrillo rojo y después asfalto)


RESPUESTA 1

Hallelujah   Hallelujah   Hallelujah

(sonaba la radio en la mañana temprana de escarcha, segundo día de escarcha e invierno, parecía como si todo el frío de sus vidas se les viniera encima en un golpe, un golpe de frío y una sensación de antigua soledad. flores de gasolinera y el vestido azul ya algo viejo que su hija le había regalado, mi hija siempre elige ropa que me gusta, solía decir. mi hija. había comenzado a llamarla mi hija desde hacía escasos años y disfrutaba cada vez que pronunciaba estas dos palabras. las escuchaba saliendo desde dentro de su boca, expandiéndose como las notas de un arpa)

RESPUESTA 1

Hallelujah   Hallelujah   Hallelujah

(recordó su imagen breve de color ceniza cantando un salmo a la noche, su voz fría y solitaria que desconocía la ausencia. ausencia. y resurgió el dolor en su pecho, el aguijón antiguo de su esencia que reclamaba su respuesta. calló. otro semáforo en verde, otro cruce y la rotonda a la izquierda, el hospital. aleluya)

RESPUESTA 2

No he de morir, viviré para contar las palabras renacidas en los labios de mi madre,

Aleluya

La piedra que desecharon los arquitectos es la piedra angular, piedra y palabra

Aleluya

Carpintero de almas derrama la escarcha como ceniza

Aleluya

Modelaste mi latido

Aleluya 

Sea nuestra alegría e ilumine nuestras vidas el reflejo de la luna de avena,

Aleluya

Cantad con arpa a nuestro dios 

Aleluya


(ante su frío, ¿quién resistirá? Aleluya!

domingo, 7 de junio de 2020

NaCiMiEnTo




llegaste una noche de lluvia que precedió a una noche de temperatura indiferente y de un cielo ni siquiera raso. una noche de dolor y de miedo. no te esperábamos, tan solo estábamos nosotras, tu madre y yo, tu madre y su dolor, tu madre y mi miedo. tu madre ya madre y tú dentro, dormido, tranquilo, seguro. tú no podías saber entonces qué era el encogimiento.

cansancio, entrevela, susurros y la luz eléctrica en el pasillo. 

Avena, hay tantas preguntas sin respuesta en las noches de los alumbramientos.

aquella noche había luna, yo luego salí a la noche y la vi, era llena, estoy segura, era fría, gélida y seca como la noche, sin viento, una noche de cielo raso, aire, frío y silencio. 

sí, sí Avena, tuve miedo cuando tú no sabías que era el miedo, sola, yo sola y desorientada. os fuisteis sobre ruedas saltando por entre el latido de vuestros corazones, salisteis sin orden, sin concierto, entre el ruido de los recodos de los azulejos y de las paredes amarillas.

era 20 de noviembre de 2019 y llovía y no dejó de llover durante días, probablemente los mismos días que estuvisteis en el hospital, creo que en total fueron 10. me preguntas si salió el sol Avena, sí, un poco, era un sol de acuarela, un sol de hospital que no calentaba, como un sol eléctrico que alumbrara en el pasillo. 

espera espero pasillo y confusión, como un desierto, como un páramo, como un solar infinito sin ciudad y yo con todas mis manos cargadas de abrigos y con mis brazos y codos sujetando esos abrigos e intentando agarrar objetos pesados con unas manos que habían olvidado como asir y pasillo y nada y nada que se moviera y alguien salió y me habló y yo la seguí y llevaba mis abrigos como un ser invisible que hubiese aparecido allí sin identidad, sin sentido, y unos oídos que no podían escuchar, yo no entendía qué ella me decía...pasillo, hall, pasillo, calcetines diminutos colgados en el techo, azul y verde y bonito y el pequeño hall y la cápsula y la luz y la actividad, hacedores imparables que mueven la vida, la respiración de la noche de la cápsula y entonces te vi Avena, te vi en tu cápsula astronáutica, tú solo, con la tela verde enrollada alrededor de tu pequeña cabeza, con tus ojos tan abiertos, mirándome, mirándome y ya preguntando y confirmando y con tus manos de pez y tu color de plata, nadabas en el aire. 

yo no sabía quién eras, pero lo supe después Avena, lo supe entre los coches.




SeMiLla


semilla
avena
silencio
eres