martes, 31 de julio de 2012

PÁNICO o 30-7-2012


Cuando me he levantado estaba colgada de la lámpara de la cocina. No sé de qué modo extraño he llegado ahí y me he quedado dormida. El viento entra por el resquicio de la ventana y me da en el rostro. Ya no me recuerda a nada, qué extraño, me digo. Escucho en mi cabeza la guitarra de Jimmy Hendrix y quiero salir al balcón de la calle. Quiero ver pasar el tren detrás del cristal de la baranda por si es un lugar común, un punto de referencia. 
No sé cómo bajar de la lámpara y me está entrando hambre. Tengo que aprovechar porque la comida se me está pudriendo en la nevera, la casa se llena de polvo y la suela de mis Doc Martens está cubierta. 
Se me ha bloqueado la garganta y no puedo tragar saliva, siento que no puedo respirar. Es curioso, me digo, porque es el primer día que me pasa desde que he llegado. 
La guitarra sigue sonando, me pregunto si alguien ha subido el volumen del equipo y se está riendo de mí, por mi extraña ubicación.
Me gustaría llamar a la vecina turca, pero no me sale la voz. Miro al suelo y en la basura se pudre una flor. 
Estoy sola y la calle también está sola. De pronto me pregunto si soy el único ser vivo sobre el planeta y me viene la ansiedad. Aquí en la lámpara es más complicado, porque no puedo moverme por si se rompe el cable y la inmovilidad, acrecienta mi ansiedad. 
Tenía miedo a irme a la cama y aquí en la lámpara no puedo alcanzarla. No sé cuánto tiempo me queda aquí, en la lámpara, pienso que tal vez no pueda volver a pasear por estas calles ni subirme al segundo piso del autobús.
No me importa no comer, pero tengo miedo por si me siento inmensamente sola.

viernes, 27 de julio de 2012

26-7-2012


I'm exhausted.
My eyes sting.
I have worked all day on my theatre monologue.
I have gone out to the balcony so that the breeze caresses my skin.
I want to see the view from afar.

miércoles, 25 de julio de 2012

martes, 24 de julio de 2012

23-7-2012


Me he despertado con la ropa de ayer llena de barro por todas mis pesadillas. Esta noche, la cama se ha revuelto y no he podido conciliar el sueño. Casi no me da tiempo a dormir de noche. En el Círculo Polar apenas dura la luna. Yo intento eludir al amanecer, pero me acosa implacable.
He viajado muy lejos para no encontrarme a nadie por la mañana cuando bajo a comprar la leche, para reordenar todas mis contradicciones mientras me distraigo con esta sonrisa feliz a todas horas, como si estuviese encantada, mientras intento entender qué moneda tengo que sacar ahora. 
He querido borrarme del mapa camino a casa, el sol delataba la soledad y la puerta se cerraba sin ruido. 
En casa, en el balcón corredero donde asoman todas las puertas, he encontrado la paz. Hay un pequeño escalón donde me hago la ilusión de que es verano, de que estoy en casa, y este aire atlántico que continuamente me roza el rostro sin que yo quiera. No puedo esconderme de él, es demasiado sexual para eludirlo y me huele y me encuentra, aunque esté cansada, aunque esté distraída, aunque esté concentrada. No respires, viene una ola de arena...fffffffffffffffffffffffffffff.....plaf!!!
Los vecinos viven en Turquía, su país tiene dos metros cuadrados y se apuntala sobre una alfombra que siempre está tendida en la baranda, como para dismular, como para que ese aire natal, como mi océano, no les dé todo el tiempo en el rostro y sientan demasiado la añoranza.
El verano es extraño porque pone estos brillos que delatan quién eres.

lunes, 23 de julio de 2012

22-7-2012

                                    The sun is the sun is the sun is the sun.


No encontraba la postura y al mismo tiempo me acomodaba como en una casa. He sentido la presencia de lo desprendido. Me he fascinado con lo de siempre, como si no me perteneciera. No tengo nada, no quiero que nada me pertenezca. Me desprendo.
Hoy volveré a dormir con la ropa, desde aquí, no se escuchan las campanas. 
Espirales de música dormida.
Cuando sienta tanto frío, me cubriré sin pensar.

Puntos comunes


Será por lo de los dientes, pero cuando las arañas huecas de la boca aprietan los tornillos que sujetan la mandíbula, todo desaparece. Será tal vez por los días oscuros, por las noches oscuras, por la ceguera de mis plantas remotas, mis antípodas. Será por los días vacíos y por la serena lentitud de la nada. Será por el vacío, será por lo inexistente. Será por el deseo inaudito de mendigar un roce. Será por la miseria insondable de navegar en la arena, de tragar barro entumecido, será por lamer gusanos sin osamenta y rebozarme en las zarzas. Será por verme lejana, retorciéndome en los ecos remotos unos besos auxiliares, será por esta maleza que me recoge el cabello y que me anuda la frente. Será por no ser, será por difamar tu nombre, será por disecar tu existencia, será por nada, absolutamente por nada.

Y de los puntos comunes, solfear frente a los árboles y rebuscar en el misterio. Resonar en el parque y retocar los días con falsedades flamantes. Y buscar otra vez y nadar en el vacío y rebotar de la nada y desaparecerme y no verme y cerrar los ojos y sentir los darditos y expulsarme del reino y destruirme por nada, absolutamente por nada.
Escupe en tu Iphone, reparte sus pedazos y despedaza tu mirada. Nada sirve, nada queda, nada trabaja, absolutamente nada. 
Fuera, cierro los ojos, no quiero, miro hacia otro lado, se calla y me derrama. Me dejo golpear, me hago ofrenda de tu abrazo violento y me autosacrifico. Todo por nada, absolutamente por nada.
Vacío mis bolsillos, ya no llevan peso porque no hay nada. Se me agarra la derrota en una esquina del camino y miro hacia la puerta, hacia la entrada descomunal, no quiero que exista, se me rompe la luna entre los ojos y se derrama su luz espesa y fría entre las cejas. Parezco una silueta extraña, algo invisible y sin trama que se anuda a los hitos inconexos que se enlaza a los instantes regalados, que se elude de entremedias para saltar a la ciudad para expandirse, para regalarse por nada.
Por dentro se pudre el deseo, se decolora el deforme designio de mis órganos, se descuelga la nausea de la hiel y apesta todo y el hedor me delimita en las aceras y el transeúnte se aparta, se aleja con la hiena y me sojuzga. Sola, arrodillada sin certezas, desdentada.
Por nada, absolutamente por nada.

sábado, 21 de julio de 2012

Golpearse


He comido almendras debajo de la almohada evocando a Kafka. Masticaba lentamente, insistiendo en el mismo lado interior de mi rostro, insistiendo hasta el límite de la hemorragia, prolongando la agonía como el orgasmo, alargando el momento definitivo de incidir en la carne y sentir como explota el líquido en un salto. Como un manantial que explota en mi boca y anega mi traquea y toda yo soy agua, agua caliente y enfangada que se aprieta en esas ramas de siempre que se me atraviesan desde el bosque. Bajan lentamente, adivinando deseos hediondos, sumisiones vacías que atajan el tubo vital y retienen el oxígeno. 
Cierro mi puño y cuento hasta tres...1...2...3...cuando era pequeña contaba al revés, por ese afán constante de jugar o por imitar los despegues de las naves espaciales...empujo la pared, frena mi ímpetu con dolor, se resquebraja y se desangra ante mi mirada indiferente. No quiere morir, ¿por qué?, me pregunto. Todos quieren sobrevivir, como los animales dicen. ¿Quién ha inventado el significado de las palabras? Es perverso.
Imagino una danza delicada por el filo de acero de las noches sin aire, cuando la respiración puja por ser y nadie da más. Subasta estéril de las vidas mutiladas.
No hay más. Recojo en mi rostro la memoria del muro, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Camino entonces, avergonzada, desnuda y sin brazos por una ciudad de escombros. De nuevo descalza, sorteando ciega los cristales oxidados. Sonrío perversa, retando a mis dedos, desafiándolos al miedo. Me olvido de mí.
Morder, apalear, desgajarse en un zumo ácido de ti misma donde se pudre la infancia. Estúpida supervivencia. 
Descalzo a los ángeles, arranco sus alas de pluma como pellizcos insomnes. Trago lentamente su zumo de bestia domesticada. Recorro su sexo inexistente y me lavo las manos rezumadas.

Miedo. Me trago las manzanas en orden vertical, las mantengo en un equilibrio mortal en mi eje, las encajo para que no pase el aire y me vuelvo a atacar, me espero en una esquina, pasando desapercibida, me espero a traición y me ataco por la espalda, esta vez me catapulto los muslos de seda y los rasgo en jirones de asfalto macilento. Desdibujo su forma y recoloco los colores, se tiñen de púrpura amordazada y revoco su fachada con los índices degollados. Recuerdo mi infancia mancillada y me envuelvo otra vez en las almendras ahora masticadas. No puedo tragar, por las manzanas. 

20-7-2012



No quiero pensar en el calendario, realmente me angustia la idea de irme, porque no quiero irme, porque me quiero quedar a vivir aquí, porque aquí, aunque no salga el sol, me sobra el espacio.
Hoy es la primera vez que he sentido una infinita alegría al ver el sol, aproximadamente han sido 15 minutos, suficiente para ser consciente. Es curioso, ha tenido más capacidad el sol para hacerme consciente que nada en estos días. Sí, porque no pienso apenas, I come just me. Incluso creo que pierdo cosas, me olvido de lo que me había propuesto y no consigo ajustar la lógica a este cerebro prestado. Tal vez sea por lo de los idiomas, verdaderamente creo que mezclar las lenguas es entrar en la dislexia, aunque siempre he pensado que yo la sufría, sin embargo solo me ha servido los primeros días para librarme de morir atropellada. Desde que hablé con la niña pelirroja he sufrido tres o cuatro momentos de infarto, me refiero al conductor, aunque tengo que decir que su cara era como si nada, yo, con mi look suicida que me colgué en los días bestias, me río de los pasos de cebra y de los night bus a pesar de que Blogopausas se desquicie en España.

Hoy me he topado con el río, estaba cubierto de bombillas y no se podía diferenciar el agua. Como las bombillas estaban encendidas toda el agua se ha electrocutado y las pequeñas olitas han convulsionado varias veces. Como me suele ocurrir, nadie ha visto nada, ni siquiera la niña de Pakistán, aunque ella solo, por un momento a entrecerrado sus ojos como si hubiese notado algo, pero luego ha vuelto a masticar su burrito y ha mirado por la ventana del autobús. Yo he tenido ganas de subirme al piso de arriba, como siempre, y saltar por la ventana y nadar volando como en mis sueños. Se me ha ocurrido que podría cruzar el río sin mirar a ningún lado por esta vez.

viernes, 20 de julio de 2012

19-7-12



A veces me pasa que al entrar en casa pierdo la cuenta. Hoy por ejemplo, mientras se hacía de noche no lograba contar cuántas personas había en mi casa. He probado con el dedo, pero me temblaba la mano y las citas se multiplicaban entre mis dedos ciegos. Debe ser por esta sensación de hambre que me entra cada noche un rato antes de irme a dormir. Siento ahora, por ejemplo, ganas de desayunar.


La soledad es un arma de doble filo, he entrado tímidamente a la cocina, por si alguien cabalgase a lomos de las vías del tren y no había zorros. He sopesado de nuevo la posibilidad de hacer equilibrismos sobre el filo cortante, como en los días de las agujas. He cerrado muy fuerte los ojos y he soñado que me mordía y que me agarraba hasta la sangre, he suplicado que me lamiese unas heridas desvanecidas, aunque se hicieran visibles. Aunque la sopa de la cena se llenase de dientes macilentos. He rogado su aullido inmaculado, he gemido hasta la afonía para que me pisase el alma con su garra sucia y su uña desgastada, la he llamado sin pausa, he perdido el hilo de mi respiración en una circunferencia de sabor a tiza, en esa espiral dulce de los días de la fiebre, cuando todo anunciaba lentamente el vómito negado que siempre se esparcía por la cama y me manchaba las piernas, como en la noche de tu orín, he perdido el rastro de tu pelo embarrado y el calor animal de tu vientre. 
Me eludo a mí misma en este mundo que me he inventado para apurar mis días en dos meses, para empezar de nuevo y no volver a casa. En este mundo donde he borrado con rabia, incluso tu amor. He apurado en excrementos todo lo cálido para no volver a recordar el sabor a hierro oxidado de tu aliento materno. El hálito de los días de invierno, de las tardes infinitas donde me evaporaba en palabras de hienas.

No pienso resurgir, he exiliado al ave Fénix porque ya no creo en sus plumas de fuego fatuo. He recordado el veneno de la soledad desterrada. He entrado en casa, y no había nadie. 
A veces una, puede girar la cerradura y, al poner un pie en casa, tambalearse apenas ante el acantilado del pasillo.

jueves, 19 de julio de 2012

18-7-2012

Torres de Babel
lujurias encontradas que secuestran amores olvidados
penumbras desgastadas en poéticas sin nombre.
¿Dónde estás?
Me invento tu idioma para soñar que me escuchas.
Desde la sala vacía
llega el goteo de los grifos oxidados.
Todo aquí oxida las estrellas,
luminarias desoladas.
Tabícate en los hombros de los ojos anónimos
para regalar a la amanecida,
tan solo palabras sueltas.
Reconoce que me escuchas
admite que mi palabra
acaricia tu oído sordo.

El pan recién horneado se ha quedado mudo
la leche de nuevo se agria en la nevera
y entre los dedos se te han colado margaritas ingenuas.
Revíveme, estoy cansada de soñar con parajes afirmados,
salid a la calle.
Nadie  hablará allí, vuestro idioma.

Dormid, dormid, malditos...

miércoles, 18 de julio de 2012

17-7-2012


Recorro calles de nuevo, esquinas que vi por primera vez a mi llegada. Cuando no sabía nada y ya me dejaba llevar por esta ciudad con sabor a galleta revenida. Cuando no reconocía nada, solo un poco por los días que vine, por las primeras veces, cuando no viví, cuando solo venía. London Fields es un espacio que reconozco poco a poco, pero que he pisado ya varias veces con mis deportivas. Allí hay un prado inmenso y hoy he sentido el frescor atlántico en mi rostro, el olor a hierba recién cortada, como dice blogopausas. Su nostalgia es mi mirada ingenua, una mirada que a veces no mira porque se envaga entre ensoñaciones y supervivencias.
Mis alumnos dicen que sus diarios son muy subjetivos. Como si eso importase. Mi diario es mi respiración en esta ciudad donde puedo respirar desde el primer día. Mi diario es mi agradecimiento a sus calles que me permiten posar las suelas de mis Doc Martens una y otra vez. Mi respiración pausada y mi mirada ondulada que puede pasarle desapercibida.
Hoy he querido fotografiar London Fields, el parque de los perros diferentes donde giro cada día, para que me duelan las piernas, porque necesito sentir los músculos clamándo adormecidos en su insomnio doloroso.

martes, 17 de julio de 2012

16-7-2012


Está amaneciendo, la verdad es que siempre he sido un desastre para esto de irme pronto a la cama. Recuerdo cada vez cuando mi padre se asomaba feliz por el hueco de mi puerta, creo que le fascinaba cuando comprobaba que a las cinco de la madrugada aún seguía escribiendo cartas. Voy a hacer una foto a este amanecer, para recordarlo como recuerdo aquel desde la pista, el de nuestro amado pueblo, ¿recuerdas petit?
He pasado todo el día danzando por las calles de Londres, en Wapping, he decidido subir al tejado del overground, nadie me ha mirado, porque aquí, claro, nadie te mira, no importa lo que hagas.
La verdad es que el motivo de este amanecer es que hoy quería retocar el blog. No sé si alguien lo leerá por segunda vez, tal vez ella lo haga, pero lo cierto es que lo retoco y a veces lo reviso por la mañana, sobre todo cuando me he quedado dormida escribiendo. Tal vez también, ese sea el motivo de que esta entrada sea la típica entrada de blog, donde el blogger habla literalmente de su día en este estilo literario entre coña y poesía. En cualquier caso, mi madre se alegrará de leer este sencillo relato de mi día.
El caso es que en Wapping he danzado sola sobre el tejado del tren y sin miedo a perder el equilibrio, eso sí, he tenido que agachar la cabeza para no golpearme con el túnel, aquí todos los túneles son muy bajos, tanto los de peatones como los del metro. He invitado a bailar a la niña pelirroja, pero tenía miedo de hacerse un esguince y no poder ir mañana a trabajar a Camdem.
Me he colgado del techo de una nave hidroeléctrica y se me han desprendido de los pies, chispas de iones electrificados, ha sido divertido, por eso me he guardado algunos en los bolsillos, porque sabía que podría estrenarlos esta noche larga.
He volado congelada por las calles aledañas a Trafalgar Square y me he puesto a cantar a gritos, como si fuese la protagonista urbana de un Chagall londinense que coloca a sus amantes sobre paradas oxidadas de autobús.
Pero me he quedado prendida en el ángulo de una de ellas, la del 38, y por eso, no he podido volver hoy a casa.

...the end.


Dame una noche para despertar detrás del tabique.

...una piedad cualquiera...

 

Melees, me pregunta si aún tengo hambre...Estoy entre las olas del viento, me llevan y me traen, no tengo ya peso. Todavía estoy volando y las libélulas no llegan tan alto. Apenas veo a Melees, tan solo un punto.
- Sí, Melees, sí tengo hambre, pero aquí tu mano no me alcanza el zumo de manzana orgánico. Melees, si estiras un poco más tu brazo, tal vez pueda asir el vaso. Ven hasta aquí. La luz es hermosa y es eterna. Melees, vuelvo a tener hambre y no veo nuestra casa, la niebla está inundando todos mis orificios y he perdido mi ropa. Melees, aquí todo es silencio y no color.
Pero sigo flotando. Entonces dejo de respirar, decido que si guardo todo el aire dentro, tal vez la gravedad me atrape. Hago diferentes pruebas. Dentro...fuera...dentro...fuera...y sin embargo, siento que asciendo, pero no me estoy moviendo del sitio.
Te llamo, pero no me oyes. Te llamo hasta que mi voz se llena de niebla y hay gotitas de humedad en mis cuerdas vocales. Te llamo hasta que mi voz se ha vuelto muda y solo mis labios imitan las sílabas de tu nombre.
Me...le...es...

(viento)
Ahora la fuerza del viento empuja mi voz hacia dentro y ya no salen mis palabras.
(hielo)
Ha llegado el hielo y la musculatura no gira, estoy rígida Melees, estoy oculta en la niebla y soy también blanca. Mi voz ya no sale y no te veo. Soy un átomo de lluvia en el infinito, pero sé que sigues abajo, regando las macetas del porche.
(escrito sobre papel)

I
El horizonte está plano y se seca un gajo de luna en la colina turbia,
has bajado en picado por los ángulos de mis dedos y
aún no estás en el aire.
Tus pulmones se inflan de charcos sin arena
y desprendes aromas de flores inconscientes,
salpicas con tus ojos la linde del camino y se
bifurca en tres la línea de mis manos.
Caminas galopando por un asfalto en fallas
desprendes regueros de ambar enclaustrado y
perfumas los dobleces de la ciudad sin sombras.
Desfilas invisible y yo, puedo verte. Estás
en las miradas ignoradas de lienzos inminentes,
opacas el temor de las luces enclaustradas
y dibujas corsés entre estatuas informes,
con tu dedo de nieve, con tu brazo fugaz
que se duerme en la noche, con dunas sin estrellas
que levantan amantes y despedazan amores.
Escucha los pasos de rastrojos y encuentra
la pausa de los días sin viento.
Existen, entre tus ojos y yo, cuatrocientos veinte montones
de arena mojada.
Empapa mis párpados de luna y cambia el sonido que taladra
la roca de ramajes descalzos.
Tu hermosa figura trasgrede mis pasos y
los duerme en sonámbulas luchas de
pasos secuestrados.
Duerme a la madrugada, cabálgala ligero y
sueña con libélulas marinas que te dibujen geometrías.

II
Imprímeme tu frente en el vientre, para dejar mojados
los días de mis noches.
Serena y en calma, rozaré las lindes de mi tierra empapada y
escucharé tus pasos soledantes, silenciosos de luna.
Tendré tu cabeza en mi mano para sostener tabiques
que conforman montañas.
Seremos naturaleza, pasos rotos por el cuchillo de la fuerza.
Seremos de carne y hueso, de sangre y venas, de piel y mirada,
de risa remota desbordada de océanos.
Intuiré tu gesto desde mi epidermis y acariciaré las lagunas
que oculta tu cabello despistado. Enredaré tus días en caricias
que ondularán los círculos incipientes de tu pelo.
No te miraré, porque tan solo miraré al horizonte, donde navega entre las olas nuestra casa.
Tu espalda de estepa lo llena todo.
Caes en la tierra. Tu materia de arcilla se desmodela delante de mis piernas y
vuelves sin mirarme y vuelvo sin mirada.
Tus piernas se deshacen en un líquido sonoro que devuelve a
tus pies la memoria perdida.
El miedo no te roza, porque el miedo no existe.
La luz te acaricia, porque eres de luz.
Mis manos te guardan, porque tienes la vida.


Sujétate a mi cintura, timón sin barco,
eres barco en el barro y yo me navego.
Tus dedos inmóviles ascienden estáticos hasta mi pecho cantante
que aguarda al otro lado.
Alcanzarás la textura y la forma del aire.
Serás libre en mi cuerpo y trazaremos siluetas que no tendrán reflejo,
que serán huidas de los cuerpos apartados.

Y no habrá ya tiempo,
porque el tiempo pasado será una llama marcada
que consuma el futuro.
Y seremos presente, dibujados en el universo.


Me faltaba tu boceto para terminar mi poema.
Estoy.

domingo, 15 de julio de 2012

15-7-2012


He perdido el mar, sin darme cuenta lo acabo de borrar todo y ahora no puedo pronunciar palabras. Se me juntan todas en la cabeza como en un cortocircuito puntiagudo y olvido todos los idiomas. Camino traduciendo palabras sueltas que crean un idioma absurdo, sin embargo mi pensamiento juega al intelec. Aquí no hay descanso, no hay recreo para el pensamiento porque las palabras mojadas están en continua lucha y pelean duro por conquistar su territorio. Las neuronas bailan el charlestón con coreografías de bollybood y nada pasa. La verdad es que ahora no sabré como pintar esas olas planas de una tierra de nadie donde nada pasa, donde no hay sonido, donde el tamaño de las cosas está a escala de mis cuentos favoritos, de mis ensoñaciones de niña donde deseaba ser liliputiense. Parece que he llegado al país de Gulliver. Ayer por ejemplo, nos sirvió cerveza con patatas en la taberna del bosque, sonreía continuamente, porque es un hábito la cortesía. Otra vez me he quemado la lengua, siempre viva, como frotada hasta el delirio. Pero no hay besos.
La música sigue sonando y en el armario se ordenan todas las gominolas de Canterbury, me sigo preguntando cómo se llamaba aquel escritor. Seguro que mis alumnos lo recuerdan. Se han llevado, como yo, los libros amarrados en su maleta y como a mí, las letras se les escurren de las hojas impresas y cuando se van a vestir, se les llena la boca de trazos de tinta negra. Por la noche duermen y las piernas, les siguen creciendo. Yo esta noche he vuelto a soñar que crecía y que los pies me llegaban hasta la ventana de Londres donde se proyectaba de nuevo otra historia de violecia. No he querido recordarte por la tarde, porque hay demasiado dolor en nuestros costados como para que se nos caiga de la boca. Tú cierra los ojos, como siempre, aunque nunca duermas tranquilo.
Querría tener más palabras para poder contarles cosas bonitas, hoy por ejemplo, pensaba que cuando me fuese...le voy a contar un montón de cosas a la niña de Pakistán, y todas en español, solo para que me entienda con su imaginación y escuche mis ojos y mis gestos. Yo aquí lo hago cada día. Es cierto que me invento la mitad de lo que entiendo, pero esta gente es tan maravillosa que no quiero ver su cara de frustración cuando no me pueden explicar más, porque a ellos, a todos los seres humanos, también les faltan palabras.
Ahora venía del parque otra vez. La hierba seguía verde y he podido respirar, menos mal que sigue ahí y que yo puedo embarrarme sin mis deportivas. Escuchaba Absolute beginners, llevo todo el día escuchándola y, se ha colado en mi oído una percusión africana. Me he quitado los cascos y he ido hacia allí. Era una fiesta en el parque, la música otra vez, sonaba fuerte, la gente bailaba feliz, libre, con ritmos ancestrales que han invadido mi piel de una emoción inmensa. Era verdad, otras personas que no eran de la fiesta han bailado con ellos, yo misma quería bailar, pero me he sentado frente a ellos, en el banco y les he mirado. No sé por qué he empezado a llorar. Ahora no se llora por lo vivido, eso no está. Ahora solo se llora por lo encontrado, sin motivo, sin dolor, solo porque emociona, porque esas gentes tenían montañas de alegría que tapaban las casas de Hackney y los jardines londinenses desprendían sus raíces enjauladas para fundirse con las crestas de las montañas. He llorado y he amado más este pequeño pedazo de tierra donde tengo el mundo entero, donde se juntan todas las fronteras, donde no se oyen las bombas de una guerra absurda, porque esto es una ciudad, simplemente eso, una ciudad.
Estoy pensando que voy a enviar una postal a Madrid, para contarle esto.

sábado, 14 de julio de 2012

13-7-2012




Sí, resulta que ayer pisé sin darme cuenta el agujero que me condujo hasta el país de las maravillas.
He perdido la memoria, la verdad, no sé cuánto tiempo ha transcurrido, varios días tal vez, quizás ocho. Son muchos, no es posible que haya perdido hasta tal punto la noción del tiempo. Es lo que pasa con los sueños, resulta que cuando quieres darte cuenta has pasado ya varios años de tu vida y sin embargo, sí, algunas mañanas, has envejecido.
De pronto pasé bajo el puente que me conduce a casa, el tren sonaba demasiado fuerte y caían más gotas que de costumbre. No había parado de llover y nadie caminaba por la calle. Todos se habían quedado en Hackney Central, por la lluvia. Resulta que hoy, todos, habían olvidado en casa sus paraguas. Yo nunca lo llevo porque aún no siento la lluvia.
Me he dado cuenta de que no me queda pan, y la leche se ha agriado en la pequeña nevera. Cuando he desayunado, las tostadas me sabían a dulce de leche hervida. ¡Qué pena!, he pensado, a mí no me gusta el dulce de leche.
No recuerdo el nombre de las calles, pero la boca se me llena de comida sin masticar. Otra vez han vuelto a dejar el pan mal cocido. Mañana no pienso comprar en esa panadería, mejor me voy a la de la esquina. Allí el pan es industrial, pero el dependiente siempre me coge el monedero para que no me confunda con las vueltas.
En los días de la lluvia no he podido pasear. Me he quedado diez días en cama y, tal vez por la fiebre tan alta que he tenido, a ambos lados de mi sofá desfilaban las calles de Londres. Me mareaba un poco, es cierto, como cuando era pequeña y la boca me sabía a tiza.
Empiezo de nuevo. Realmente no escribo demasiado deprisa.
En mi cabeza las palabras luchan a muerte, en mi cabeza los pensamientos son demasiado independientes para poder soportarlos. En mi cabeza se está produciendo una mudanza, y el camión tiene prisa, por eso nos ha dejado todos los muebles en la acera. Ahora nos miramos absurdos, sin saber qué hacer.
Ya no recuerdo mi casa.
- Ulises, al teléfono. Mejor cógelo arriba, nosotros estamos cenando y no nos gusta que nos molestes con tus cantos.
Ulises se ha ido bajo el hueco de la escalera y habla libre, concretando en cada fonema el gesto respirado.
Ulises responde sin saber, absurdo, como siempre, arruinado, como siempre, enfermo. Ahora siempre está enfermo, justo ahora que sus hijos ya no lo visitan. 
La verdad es que no creo que tengamos problemas con el gas.

viernes, 6 de julio de 2012

5-7-2012


Parece que finalmente esta tarde un fantasma aterriza en mis manos y las encadena, un guardia me avisaba desde el puente, pero nunca pienso que es a mí y menos este tipo de visiones. Venía perdida entre las mentiras brillantes y nadie cantaba. De nuevo los autómatas se visten de gala y ruedan por las calles pulidas. Esta vez todo está recién estrenado. This isn´t London.
No quiero gritar entre las paradas de autobuses falsos, no quiero estrenar los adoquines gastados con mis gotas derretidas, no quiero mancharme la piel de nuevo con ácido sulfúrico y que haga surcos mi rostro y lo desfigure de lo remoto. No quiero estar aquí, contigo. Con ese tú que está en lo desgastado y que de nuevo nos acogota. I want to be free.
Vuelvo a casa, a la casa derruida donde no logró encontrarme pero de nuevo me orina. It doesn´t smell already.
-Tea, ¿dónde estás? Ya no te veo, Ulises me ha secuestrado y mis ojos no son ya mis ojos. Cabálgame el pecho para que me sienta en casa. 
Sus ojos me hablaban del vacío, del hogar sin lumbre, del refugio inhóspito que sería mi hogar.
-Come back, come back go home.
Y no volvió.

jueves, 5 de julio de 2012

4-7-2012


Otra vez he recorrido su piel, de nuevo he deambulado por la rugosidad de  su tersura de vieja, una vez más ignoro si la amo, vuelvo a recordar como la deseaba, como la buscaba imposible cuando desconocía el significado de la palabra huida, cuando yo era tan joven que ni yo sabía que era tan joven.
Ulises no previó esto, Ulises, el desprovisto, no sabe caminar porque desconocía que en una ciudad marchasen tantas personas, Ulises recuerda a sus soldados, cierra fuerte los ojos para sentir apenas con todo su único deseo la presencia amada de su presente Leónidas, lo llama esquivando los darditos que pinchan sin rebotar en sus ojos.
-Leónidas, te amo, te amé siempre, Leónidas, nunca olvides los días del amor, Leónidas... Pero Leónidas no responde más.
Ulises  camina invisible, camina entre todos, pero todos caminan hacia una dirección conocida porque están ocupados, mientras, Ulises fija su mirada en las piernas de los otros. La calle se ha vuelto piernas, pies que se dirigen a todas partes, ojos ciegos que saben dónde van, que ya no piensan. La guerra les ha alienado y Ulises de nuevo llama en silencio a su amado, el que siempre miraba hacia la casa.
-Ulises, estás solo, Ulises, camina.

Miro hacia las esquinas y los fantasmas me aguardan, siento que yo tampoco soy invisible, nadie me ve. Busco algo donde refugiarme pero no consigo desaparecer.
Me guardaré de las llaves.

Y una vez más el sueño hipnótico me secuestra otra noche, como en los días bestias.

miércoles, 4 de julio de 2012

3-7-2012


Soho, me pierdo en el olor a noddles que mastica la fritura de las gotas de lluvia, recorro el espacio que resta de la suma de los comercios y me vuelvo a perder en el silencio de los nopájaros. Caminar es un movimiento que ya no reconozco, se pone un pie y después otro, pero los pies se fueron con Ulises y ya no recorren, solo levitan.
Trituramos el breve tiempo de los parques marrones que guardan todo el rocío de otros tiempos. Nadie mastica, nadie deglute. Solo los rostros sin voz miran estrellas de otras épocas no remotas.
En casa hay un concierto de risas y por eso decido volver. El 38 me guía perdida por calles similares sin prisa, solo Angel corre sin reloj, solo Angel llega tarde con prisa sin llamar a Alicia.
Verdura semicruda con basmati a la bed, delicioso, tal vez por el sabor de la sábana usada.
El hambre llama con tono agotado y abandonada, me ruega que no recuerde de nuevo el sueño de aquella sábana agotada.
Ahora recuerdo como partí con rostro de niña y mirada espantada.

martes, 3 de julio de 2012

2-7-2012

Salir de casa, como cuando no querías salir de casa, no salir de casa y no habitarla. Despegar-------------------------aterrizar----------------------------Ver desde una pequeña ventanilla de avión a Ulises que camina confuso entre los aviones, sin rumbo por las pistas asfaltadas de aterrizaje. Lleva andrajos porque ha viajado durante años, porque ha amado a las más salvajes mujeres de países exóticos, porque ha olvidado a Penélope y ya no es consciente de su ser. Camina entre la estridencia de los motores sin escuchar el ruido. Nadie le mira porque no es, nadie piensa en su presencia porque no está, porque no forma parte del paisaje del aeropuerto. Lluvia, y dejar atrás los olores comunes y mezclarse sin pensar en nada desde un nuevo cuerpo que se funde en los circunstanciales porque como Ulises, ya no es.