Amada 1 y Ariadna abandonada en la playa
Querida amada,
Me abandonas en mi cuerpo.
Me has gritado en la playa como solo tú sabes hacerlo, en ese modo sublime en que me amas y te siento, tu voz aguda picando en mi pecho. El látido de la vida, del amor.
Me has mirado con desprecio, y con miedo, me has mirado ya lejos, sin darte cuenta de que te habías ido, creyendo como siempre que tu cuerpo es presente, inmediato y continuo y lo venero porque es etéreo. Tu imagen impresente se empequeñece en tu partida. Yo me he quedado esta vez enterreda en la arena, los ojos se me llenan de tierra y de lágrimas, no hago ruido, temo que te vuelvas y te quedes, quiero gritarte también, vocearte y que te vuelvas por pena, sin compasión, por miedo a que me rasgue.
Te aterra mi amor despiadado, me lo has dicho susurrando, para que no te escuchase en la comisura de tus labios, cerrados.
No me has besado, apenas te has despedido en el gesto rutinario.
Ya no puedo mirarte, mis ojos están rotos y no pueden verte.
Huyes, has comenzado a correr. No te veo. Sin embargo te veo, mis ojos de abandonada te vieron huir en el primer beso, llorado sin piedras, aquella vez, la primera.
- Te siento, ¿me sientes?, ¿me sientes?, ¿me sientes?, ¿me sientes?...
Tú no respondes, acostumbras a callar cuando quieres creer que podrás amarme, que me amas y que seré tu amada.
Se me han quedado los labios pegados y el sabor antiguo a metal de las desgracias, del sufrimiento anclado. Lloro piedras otra vez.
Estoy de rodillas, la arena me escuece y se me queda pegada en la piel.
Me he quedado parada, quieta, invisible, desaparecida.
Me angustia que vuelvas y no podamos vernos.
Me desmadejo, me diluyo, me desdibujo y soy vacío, esta nada que me calma y me aleja de ti mientras te dejo en el balcón, sé que tus ojos están fijos en mi espalda mientras subo tu calle hacia mi casa. No me vuelvo, si lo hiciera me quedaría parada y quieta, como ahora en la playa. Comprendo que ahora es la última vez, que no voy a regresar a tu casa.
Me he quedado sola, ya sola, solente, solentada.
Me has abandonado sin piedad.
Odiada 1 y la huida
Odiada,
Te saludo en la mañana de bocas secas y desprecios infundados. Me niegas como a un noser, consideras tus fracasos como parte de mi alma y la ensucias. Te restriegas en el borde de mis ojos como el cerdo, abominas mis manos que se estampan en los muros.
Quiero romper mis huesos y salirme, pero tú me llamas, me gritas desalmada, con la violencia interna que camuflas. Disimulas.
Consideras que mi vida no merece admiración.
Desde tu piel oscura te regodeas en mi dolor.
La desesperación.
He masticado tu miseria hasta tragarla, el confín de la caricia que por un instante querría retomar.
La pasta de tu olvido se atraganta en mi interior. Apenas me ahogo cuando vas hacia la puerta, colocas tu mano en el quicio y me desprecias otra vez. Haces amago de cerrar dejando tus dedos quietos en el marco, las manos doradas que aún recuerdo amarte. Me crujen los huesos otra vez, me miro las manos y el dolor se vuelve insoportable. Me he roto, me he destrozado con el sonido seco de la lluvia. Deseo que caiga el agua, que la humedad me permita olvidarte, borrarte de mi vida en un segundo.
Te odio, siento intensamente que te odio, que deseo que salgas de mi vida, que desaparezcas y tú, antes de salir entras y buscas la caja de medicamentos, deglutes cada píldora sádicamente mientras me miras, y me envenenas, me devuelves en sonidos tu crujir de dientes machacando las pastillas.
Quiero salir y marcharme, siento la locura en mis gemidos en los lamentos sordos de este dolor físico que me desgarra.
Y yo aún no quiero marcharme de ti, me arrodillo ante tus piernas y te suplico que me ames, que vomites tu amor de hiel en mi boca y yo pueda tragarlo.
Te odio, sé que un día cruzaré tu puerta, sin manos y sin brazos y que dejaré detrás todo este vacío que tú me has regalado y que volveré a ver la lluvia y que curaré también mis manos.
No me tocas. Me abandonas en el medio de mi entrega, con amor.
Me abandonas en el medio de mi rabia y de mi odio, despreciando lo que no me rogaste, lo que te regalaba. Simplemente.
Te odio y me marcho huyendo de ti, de la fatalidad de tu alma de la que me hablaron tus pastillas la primera vez que te follé, orgánicas, vegetales, química.
Vuelvo del hospital a mi casa, no me acompañas y me alivia, por primera vez.
Te he visto.
He decidido dejarte, no dudo, me marcho. De aquí.
Esposa y la espera eterna
Ayer te escribí una carta esposa. Te decía que todo sigue igual, que en casa te seguimos esperando, que nada ha cambiado y que por qué te fuiste. Me quedo paralizada, congelada en la pregunta. Sigo escribiendo.
It is the morning
La mañana sin ti.
Un día más de asma, la brisa de nuevo no alcanza el recorrido del aire, no puedo respirar esta mañana y salgo al porche. El aire hoy es pesado, no hace viento en el campo, aún no ha amanecido y ya es la mañana.
Desde que te fuiste es difícil coincidir en el amanecer cuando me despierto y voy a la cocina, me preparo un té único y compruebo, otra vez, que es de noche. Y me pregunto cómo es posible que nosotras, siempre coincidieramos con el amanecer.
La noche ha sido pesada, siento aún en la boca el sabor a metal, los ojos resecos. La taza me pesa en las manos, siento otra vez este peso de los días en la mañana. Me refugio en mi bata, sucia, con polvo de los últimos días.
Esposa, te llamo.
- Esposa, abrígate, toma, mira. Tengo frío. - yo siempre tenía frío en la mañana.
Te veo llegar, desabrigada y lenta, sin una taza de nada. Los perros han venido a saludarte. Los acaricias sin verme.
El viento sopla y yo, me diluyo.
Breathing is not what it was
Te pido agua.
Te pido aire.
Te pido ayuda.
Te grito y te nombro. No me oyes.
Me busco. Me he diluido en la sombra de tu palabra.
Miras hacia la montaña y me doy cuenta de que está saliendo el sol, de que estamos de pie, y te invito a sentarte.
Plomo, hierro oxidado.
Espero tu mano y recuerdo y te veo afanada en tu lentitud, en la repetición de andar la casa sin rumbo. Soñando con el día que se repetirá en recorridos por la casa.
Y yo no estaré.
The biggest lost
La perdida.
Como no llegas he decido salir al campo y llamarte, de nuevo.
- Esposa, ven. Escucha, mira, ¿no? ¿sí?
Tú sigues caminando por la casa.
Yo me he ido, he salido y me he olvidado de dejar la puerta abierta. Los perros no se han escapado. Me doy cuenta de que llevo la bata puesta.
Ha amanecido y se escucha el ruido del pueblo. Los coches arrancando, los pájaros en el cable.
Se te cae una taza y me extraño, a ti nunca se te rompe nada.
Te grito que si estás bien, que si necesitas algo, que si voy, que si me necesitas, me necesitas, necesitas que vaya, voy... y lo repito, y lo repito hasta que me duelen los dientes y con las manos, me aprieto la bata, y salgo de tu casa.
I did not go further
Cuando llego cerca del cementerio me doy cuenta de que estoy lejos de casa. El viento solo sopla en el plano ahí. Desde aquí veo la casa, rosa y descascarillada.
Se me cruzan los recuerdos, se confunden en cruces eléctricos que me entristecen. Recuerdo los días pasados, caminábamos por la pequeña carretera llena de baches imaginando que esa era nuestra casa y nos preguntábamos, sonriendo, sí sería nuestra casa.
Tengo ganas de caminar, más lejos. Se me ocurre que puedo pasear con nuestra perra. Vuelvo y entonces me acuerdo de que me he dejado la puerta cerrada.
Some kind of repetition from the memories
Aquí nada es lo mismo esposa. He intentado reorganizar mis cosas, pero no tengo espacio para todas. Siguen metidas en cajas. Me asfixia la pereza de este aire gris de arena.
He quitado las cortinas para ver mejor el amanecer.
Se me han caído las conchas que había metido en el bolsillo de mi bata. Me agacho a recogerlas una a una. Me pregunto qué veíamos al recogerlas.
Siguen resecas, parece como si se dehicieran al tocarlas. Ahora todas me parecen iguales.
Voy a la coqueta de madera de roble y las coloco en fila, por tamaños, mecánicamente. Y me siento alienada en esta ausencia, que se repite sin conciencia de los días sin ti. No recuerdo que te hayas ido, que amanezca en tu casa, que no esté en la puerta.
I am not asking for sorry
Lo siento, lo siento tanto, estoy arrepentida, si pudiera volver atrás. Y te lo grito desde la puerta, sola, pero esta vez tú no has salido. Y me desespero y te vuelvo a llamar a gritos, hasta que se me rasga la voz.
La mañana toma este color cetrino de los días de abandonos, el calor húmedo que reconozco, la sensación de irrealidad que lo rodea.
Me quiero marchar, quiero salir de la puerta y abandonarte y marcharme digna, sin mirarte y me quedo otra vez aquí, paralizada en mi llanto interminable.
No me duele el relato de mi vida, es el cuerpo el que se me rompe en el umbral de tu puerta, el dolor en el pecho que no me deja respirar.
Me huele a olivos y me escuece el polvo de sus ramas y de sus hojas por dentro, sé que pronto vendrán sus flores blancas y yo no las veré transformase en olivas, sé que no te acompañaré esta vez en el agosto.
Intento consolarme y dejar tu casa sin mí. Tú estás dentro.
Licking the wounds
He cerrado los ojos, siento la arena y el polvo de los olivos y las piedras por dentro. Siento miedo. Camino despacio arrastrando los pies. Me siento pesada.
Cuando estoy lejos de tu casa me detengo. Apenas puedo respirar. Me caigo en la tierra, seca, y el polvo se levanta.
Me restriego los ojos con las manos sucias y me sacudo la falda, está llena de arena y barro. Me doy cuenta de que he salido descalza y en las plantas de los pies tengo esquirlas clavadas. Me arrebujo en mis propios brazos como si no estuviera sola. Quiero dormir y me vence el sueño, el sopor que me alivia y me sosiega. Me recojo y me quedo dormida así, en medio de los sembrados de almendras donde la tierra está rota y se me clava en los muslos. No me doy cuenta de si ya las ramas tienen flores.
The Alice in nowhere wonderland or Alice never was a princess
Princesas famélicas que se autolesionan.
Matarse de hambre en la cama.
Resecarse sin agua.
Tener frío.
Miedo.
Despertarse al dormirse sin ningún lugar a donde ir.
¿Dónde está el agujero?
I abandoned myself
Me voy a quedar en estos campos labrados para escuchar el sonido del tren.
Cerca hay agua estancada.
Escucho el viento seco que trae el campo.
Pienso que no quiero vivir y me pesa el segundo que transcurre desde que tomo aire hasta que lo suelto.
Callada,
Dethrone
destronada de tus brazos y de tus lugares. Del cobijo de tus hombros anchos. De tus manos de seda que ya no me acariciaban, pero me recuerdan a ti. De tus pies desmadejados y tus huesos pesados e infinitos. De tus caderas estrechas que se suman, de tu cintura. Tu pecho de llanura donde descansar apenas era posible. Tu cuello en mis ojos, el cuello que he mirado discreta tantas veces. Tu risa. Tu cabello travieso que se ajustaba en mis dedos. Tu rostro, tu risa, la risa que caía de tu taza cuando torpe, yo te llamaba y tú te sobresaltabas y al girarte, se te vertía el té en el suelo de terrazo de la casa.
Destronada.
The wall
Desde aquí puedo aún ver la casa, apenas distingo una figura.
Están construyendo un muro alrededor de la casa, con bloques de hormigón.Veo como suben superpuestos unos sobre otros. Como un telón hacia arriba. Como un puzle que empezábamos por el borde, para terminar en el centro.
...me abandonas.