sábado, 24 de noviembre de 2012

BiOgRaFíAs UrBaNaS...


La caravana de mujeres recorre mi imaginación, pita en las vías que se han conformado entre mis piernas y pierde su destino, ¿por qué? En el control los hombres se preguntan sin saber por qué, entran y salen ansiosos y no encuentran lo que buscaban ¿qué buscaban?
Uno de ellos recuerda a su esposa, le abandonó la noche anterior y aún no le ha llamado, se ha refugiado en el trabajo, pero aún así, ella sigue presente. La busca sin querer, como el tren perdido sin estación. Detenido en el cruce de caminos, almidonado de contaminación en el atardecer impersonal de una ciudad del sur, ciudad le llaman, por decir algo me digo. No es más que un pueblo sin historia, un pueblo de casas, como mi barrio, que no se llama ciudad, que no se llama pueblo, a donde se llega en metro. 
La chica guapa se ha ido en dirección contraria, no me ha mirado, no importa.

Era domingo y en la casa de mi abuela olía a flores de plástico, ese día mi abuela se había vestido con su bata color ocre, ella decía que era por cautela, pero yo prefería aquella de grandes estampados, la que se ponía siempre que regaba sus flores. Mi abuela tenía flores gigantes en la terraza, tan grandes, que cuando intentabas hablar con la vecina (no turca) nunca podías verla y siempre se te metía en la boca algún trozo de estambre o lo que era peor, alguna hoja rota, desprendida, casi reseca. Te la tragabas para disimular, como no, como no. Todo junto.Estaba perdida, mi abuela fue a la cocina, ella sabía que yo a veces me quedaba sobrevolando los fogones mientras se recalentaba la comida, ella sabía. 
La vi entrar, como otras veces, ella no miró hacia el techo, lo hacía siempre, no sé por qué. Entonces pude respirar. Entendí y pude retomar. 
- ¡Cuidado!
- A veces te sales otra vez y la puerta...???...se puede cerrar.

(Un viejo con boina se para y me habla como si fuese una niña 
-sonrisa de falta de fe- "como si fuese una niña" me repito sin haberle escuchado)
- ¡Qué bonito!...¿Te lo vas a poner?
(Le sonrío de nuevo. El viejo se queda estático, mirándome. Creo que es un viejo verde, "un viejo verde", ¡qué tópico! me digo, un viejo verde) 
Entonces decido no hablar con él.
Se va.
Más viejos, la "ciudad" está llena de viejos que me miran. Escribo en los contenedores de basura como si nada. Ahora me siento un poco incómoda.
- Pero...¿estás bien?
- No, hoy he comido carne.
Corro, corro, corro entre los obstáculos que adornan la calle, "adornan la calle" y pienso como este país se agota en adornar lo viejo, los viejos, el viejo, mi viejo, mí o mi.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Huesos


he paseado descalza por la cocina, estaba llena de cristales, pero he conseguido esquivarlos sin mirar. no he podido evitar, sin embargo, ver como se desmoronaban los huesos, como se habían descarnado y evitado estar presentes. 
se descabellan las sombras del vacío sin forma y de nuevo otra vez
los huesos se me afilan y se me clavan en la espalda cuando ruedo por la hierba cuesta abajo, la hierba
huele a campo y a lluvia, aquí no puedo escucharte, porque con el frío, he cerrado las ventanas

miércoles, 14 de noviembre de 2012

I shit in art

banco
el parto fue doloroso, me pareció escuchar a mi madre ¿mi madre?, mientras empujaba con fuerza en el paritorio. yo realmente no quería salir, me sentía como aquel personaje de 25 estampas de la España antigua, pero nunca me ha gustado ofrecer resistencia, y salí de nuevo vomitando por la vagina de mi madre.
lo primero que hice fue coger el metro, me colé por supuesto, como hacen todos los recién nacidos y sentí, antes de sentarme en el banco de púrpura, un tremendo dolor de ovarios
taxi
me quedé dormida y soñé que no estaba sola, que nunca volvería a estar sola, 


bici
recordé al despertar aquel libro de Ana Frank que nos obligaban a leer en la escuela, yo odiaba a Ana Frank porque odiaba leer, porque odiaba a mi madre que todas las tardes leía en el sillón bajo la ventana mientras yo paría hijos infinitamente
boca
.escupí de nuevo en el tapete de ganchillo, me levanté aún con el cordón umbilical colgando y no puede evitar gotear por mi vagina manchando una vez más el parqué del salón. abrí la puerta y salí a la calle, nada había cambiado, todo sonaba igual y yo otra vez me quería morir.
                                                           perfil
quiero ser transparente quiero ser transparente quiero ser transparente quiero ser transparente quiero ser transparente quiero ser transparente quiero ser transparente quiero ser transparente quiero ser transparente quiero ser transparente quiero
ser 
transparente
quiero
ser
quiero
(...)



lunes, 12 de noviembre de 2012

Aeropuertos


El monstruo ha venido hoy conmigo al aeropuerto y mientras sacaba mi pasaporte que parece que es el único visado para entrar en este país, pues como iba diciendo, mientras sacaba mi pasaporte a duras penas porque me temblaban las manos y quería disimular y tenía que disimular y esta jodida manía de no pasar desapercibida y la policía restregando su sexo en el esquinazo del escáner y el monstruo que empujaba con su dedo, que empujaba con su dedo, que empujaba con su dedo...como siempre. Entonces, no me he desmayado. Cada vez, cuando estoy en este aeropuerto sueño con desmayarme, en una ocasión me concentré de veras, apreté los dientes con fuerza y dejé de respirar por quince minutos, estuve a punto de desmayarme, pero nada, no lo conseguí. La gente me miraba con asco. Yo, no miraba a nadie.
Hoy otra vez he estado en ese aeropuerto, apestaba a azufre y a carne, apestaba a cuerpos sucios de no lavarse en semanas. 
El suelo se deshacía levemente y todo el mundo caminaba con cuidado. Si alguien rozaba las junturas de los azulejos podía ser expulsado y perder su avión y perder su avión y perder su jodido y repugnante avión, el avión que le llevará de vuelta a casa home sweet home. Y nada otra vez. 
Yo no podía caminar con cuidado, porque tenía miedo de la nada, el vacío otra vez, la descorazonadora idea de romperse el corazón. 
El monstruo empuja con el dedo, restriega su uña ennegrecida por mi piel, por la parte trasera de mis muslos y se ríe de mí. Me recuerda que una noche hicimos el amor en el balcón, delante del tren y que los vecinos no nos vieron, pero que tal vez mi vecina turca nos escuchó y que por eso nunca volvió a saludarme por la mañana y que ya nunca más podré volver a Londres y que no voy a encontrar mi pasaporte y que mi tarjeta de embarque ha caducado y que me sonarán todas las alarmas y que la guardia de la aduana me violará silenciosamente y que nadie se dará cuenta y que con sus garras desarmará mi osamenta y desprenderá pequeñas tiras de mi piel. 
El monstruo me quiere bien, el monstruo me quiere, sí. Nadie nos comprende, pero el monstruo es bueno conmigo. Y empuja de nuevo su uña ponzoñosa y me sonríe con su baba maloliente y me mira de reojo, como en el balcón y yo siento la arcada y no puedo contenerme esta vez y vomito en la aduana y estoy sola porque nadie se ha quedado esta vez a despedirme en la cinta de tela y la de seguridad ha venido a pedirme algo en inglés y mi boca estaba paralizada y el monstruo me empujaba con su uña y yo, pero si yo tenía que estar en la aduana. 
- Por favor, es que voy a perder el avión...por favor...

No me escucha, ella hace su trabajo como si diese una clase de gramática, como si escribiese un libro, como si compusiese una obertura, como si diseñase un edificio moderno, como si le oliese el aliento y me echa el aliento en mis labios, y me lame con la visera de su gorra gris llena de caspa y me dice que es lesbiana y que yo no tengo ni idea de quién soy, que mi pasaporte es falso que en este país se pasan el DNI por los cojones, que mi tarjeta de embarque ha caducado...y yo..."pero si es que llevo una hora en la cola...", pero a ella le da igual, sigue restregándome los brazos y sonriendo con su mueca estúpida.
He perdido el avión. Me acuerdo perfectamente, estaba en el suelo, jugando a morir, simulando que el cuerpo me reventaba, que la presión de las venas bajo la sangre era incontenible, que tal vez explotarían, pero que antes de explotar mi cabeza habría reventado y que antes de reventar yo ya no sería y que antes de no ser tendría que soportar un poco más esta agonía. Una agonía absurda, porque termina y nunca se recicla porque recorre mi cuerpo un líquido putrefacto de basura orgánica de varias semanas en bolsa desechable y que no me lamo, aunque me gustaría.

La foto es demasiado hermosa para tantos aeropuertos...............fffffflllllllllaaasss............

Y cayó en picado.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Café latte

Entre la neblina que se me ha pegado hoy al bajo de los pantalones se ha desplegado un vacío tan descomunal, que nadie se ha atrevido hoy a dirigirme la palabra por la calle. Yo realmente no me he percatado hasta que la he tenido encima, "demasiado tarde", me he dicho, y entonces me he acordado de que ayer por la noche tenía encajado el ordenador en la cabeza. No sé, la verdad es que muchas veces ya no sé...

Mmm!!!cómo me gustaría ahora mismo estar tomando un café por la calle, con mucha espuma y en un vaso de papel, es una de las cosas que más me gustan de Londres.
Miro la neblina y se deseca entre los restos de hilo sucio por la contaminación de las aceras, al otro lado de la niebla, parece que hay alguien, pero no me atrevo a asomarme. Escucho algo, remoto, tal vez real...



Salvajemente escurrida, se desgastó tu lana sagrada. 
No me mires ya más en las madrugadas.
Salta la luna y escupe, vomita tus bellezas. Regaladas  ?
¿Quién te ha visto? ¿Has pasado otra vez tan dejada?
Te revuelves en tu cama. Gastada.
Gastada tú y tu luna deshojada, 
gastada o sagrada o esquilmada.
Déjame Regalada, 
te has vestido una capa prestada
y te encuentras en las sombras de tu alma.
Te odié por tu lluvia, 
te odié por tu calma,
te vendí en la calle devanada.
Lana sagrada, lana sagrada, lana de cúrcuma y de caña, 
que no me acerques tu baba inmaculada, 
que no quiero verte, que no puedo verte.

Turbia y pura, con ojos de aguas estancadas, 
te enzarzas y te esperas,
te envuelves y te embravas.
Pero estás sola, estás sola y lo sabes, 
Regalada.

(Y gimió la noche. Rosas plastificadas. Carbúnculos, piedras preciosas, nada. Se escucha el chirrido de un carricoche mientras se cierra el telón. Oscuro. Aplausos. Vacío)

Y otra vez el vacío, otra vez más el vacío, el vacío, el vacío, este puto vacío. 


Por favor, ¿me da un vaso de agua? Gracias.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Skype


Me he despertado bruscamente en mi futón, he mirado a mi alrededor y no veía nada, claro, pero...cómo claro. El ordenador estaba encajado en mi cabeza, he intentado desasirme y nada, la pantalla cuadrada se me había incrustado y si intentaba moverme los cristales de plástico se me clavaban por el cuello adelgazado. Nada...nothing to do...rien...
No sé qué hacer, me quedo un rato inmóvil debajo del edredón y me acuerdo del tendero del Corner Shop, el que me daba las vueltas de la leche cuando no reconocía las monedas, claro que ahora tampoco las reconozco. Tal vez me pase como con los euros, que no logró aún pasar de pesetas a euros cuando pasa de 6000, no sé...tal vez estoy perdiendo la memoria.
No puedo escribir, porque con el ordenador en la cabeza no veo el teclado, estará debajo de alguna lata de cerveza o tal vez enredado en la maleta que aún no he guardado cuando vine de London I.
Me aburro, me aburro tremendamente y pienso en hacer ganchillo con los subtextos perdidos, entonces me doy cuenta de que detrás del ordenador que se me ha incrutado en la cabeza, todo es un inmenso vacío, que mi habitación es un desierto desolador y que cuando escupo palabras delante de la pantalla, todo el teclado se encharca y la pantalla se llena de gotitas. Entonces decido no hablar más, no decir una sola palabra más delante del ordenador, no pienso volver a hablarle. Echo de menos algún ser humano, ¿hay alguien por ahí? Nobody.
Why..?
Siempre igual, cuando creía que por fin había llegado alguien, resulta que todo sigue igual. 
De pronto me vuelven las ganas de vomitar y pienso que es mejor aguantarme, porque tal vez el ordenador se anegue y mi cabeza se vea envuelta en este asunto tan desagradable. No sé, pero siento tanto vacío, tanta vergüenza y tanto desprestigio aquí, debajo del ordenador, que tal vez me voy a quedar dentro. Sí, mejor así. Eso sí, soñaré con que sobrevuelo la cocina sin rozar el fluorescente.