domingo, 28 de mayo de 2023

Inocencia

Avena, te estado mirando esta mañana, llevo un tiempo mirando la inocencia.

Inocencia, es un estado, es un tiempo, unos días, instantes de momentos sin temor, sin pudor, sin miedo. 
La ignorancia. No sabes qué es el daño, no sabes qué la pena, no sabes de la soledad, del dolor, del sufrimiento o la derrota. 

Amado Avena, no sabrás de dónde vengo, yo soy tu abuela, tú no escucharás qué yo he perdido, que yo no pude agarrar entre mis dedos lo que amaba y se me escurría; tantas, tantas despedidas, tantos adioses. No sabrás lo que he sentido al hacer una maleta, al caminar bajo la lluvia de mis lágrimas ni tampoco, como se me agrietó el alma, y me quedé vacía. Como un día la vida no era más que un yermo y de cuando no quería ni creía. Nunca oirán tus labios de mi boca que me pude rendir, que odié, que clamé gritando al cielo en los parques, que la gente me miraba por la calle y sentía pena, pero no me hablaba porque mi dolor daba miedo. Y hui, cobarde, disuelta, anegada en lluvia, ignorante como tú ahora, con toda mi inocencia perdida. No te contaré que se puede pasar hambre para huir del terror de ser, que se puede dejar de comer, que no es posible consumirse y evaporarse, por mucho quieras, que lo único que puedes es adelgazarte y hacerte pequeña.

Yo me marché cuando no estabas, cuanto nosotros aún no nos conocíamos.

La inocencia es lo que tú guardas en tus dedos, puñaditos de alegría, tus carcajadas de granos de Avena que me explotan en la cara y me hacen también a mí reír. 

Esta mañana temprana me estás haciendo viajar, recordar que no tengo que olvidar, revivir que fui tristeza y no me duele el alma. Celebrar contigo que he caminado hasta ti por algunos caminos que no me acuerdo ya por qué, que todos llevaban a ti, hasta tus campos de avena empapada de rocío que parecía aguacero para refrescarnos juntos y aliviarnos de las inclemencias.

Me detengo en tu fe, en tu verdad absoluta, en tu ignorancia de no haber conocido la intención. Me develas qué es vivir en esto. 

Entiendo ahora que somos lo que somos tan solo en la medida que la intención nos desengañaba, cuando abriendo mis ojos infinitos no quería comprender por qué derrumbaban mi mundo o incendiaban mis sueños de niña.
Apeñas recuerdo si tuve inocencia Avena, pero tú eres un hecho, como yo nací también inocente.
Intento ahora comprender que se perdió como los objetos que no conservé porque un día se me quedaron olvidados y algunos Avena, no los recuerdo, no sé ya si los tuve o simplemente los ignoro, como mi inocencia.

Y después, no, no construirás de nuevo tus castillos, ni regarás tus sueños incenciados. A veces esto te hará odiar, como a mí, o tal vez no.
Si yo pudiera, si yo supiera guardar el centeno, si hubiera podido resguardar a tu madre, si todos fuéramos eternamente niños y viviéramos correteando a través de tus campos de avena.

Mientras tanto el tiempo se me pasa y no quiero aferrarme a las cosas temporales. 
Esta mañana temprana me acompañan mis poetas y los nombro, los repito cómplices desde este silencio extraño que es el sonido del teclado.
Apuro mi vida como si como si fuera ya breve, para no dejar de chupar cada espiga de trigo que nos está creciendo en tus campos de avena que yo cuido cada día.

Abro entre mis dedos los granos de los campos, recolecto la semilla, puñaditos del aire que respiramos y que anega las acequias con la lluvia del rocío. Te miro y se me pasa la mañana, y los colores del día nos destiñen los rostros. Hoy no me miras, porque no puedes verme. 
Otro día, un día nuevo que coloreo en mi calendario, un día más para que crezcan las espigas que recogeremos en verano, cuando juntos bajemos a tus campos y celebremos la cosecha puñados de alegría.



No hay comentarios: