martes, 15 de agosto de 2023

he vuelto Avena, estoy a tu lado y la playa se vuelve cemento, tus manos buscan en los huecos que dejamos inconscientes, ignorantes del vacío que va horadando el agua y la arena, tú vigilas el mar y yo cuido de los bordes, las esquinas vacías por donde entran los cíclopes y te buscan, te guardo Avena, te recojo en mis sentidos y vigilo a los titanes para que no te lleven, tú dices que te da miedo muy lejos y que el mar viene, que viene y sales corriendo sin importarte que yo me quedo, que la ola podría mojar mis pies y no me tambalearía




vamos Avena, vamos allí, donde el agua está más cerca de nosotros y podemos recogerla para seguir construyendo, para mojar las torres que amasan tus manos de arena y que serán indestructibles, te distraes Avena, pero mis ojos vigilan, mi mirada no ceja, escucho el rugido del mar y me calmo, sin embargo, no puedo descansar, me inquieta el tiempo de la tarde, el recorrido constante de la luz en tu espalda, el brillo plateado del atardecer

quiero guardarte Avena, acotar tu mirada fija en un círculo en la arena, dibujar centeno en el surco de mi dedo para que huela freco, para sentir el crujido de la siembra y la simiente y cubrirlo con el mar, con este mar que nos ruge y nos silencia


construimos sin hablar, sin mirarnos apenas, soledando en nuestros vacíos que apenas ignoramos porque no son palabra

yo me he levantado para recorrer la playa, camino buscando sogas de algas y ramilletes, vigilo el centeno que nos crece en el surco de la playa, tú dentro Avena y yo a tu alrededor, nada te preocupa Avena mientras estás concentrado en tus castillos, sentimos el aire salado y mojado, la nube de salitre que nos vuelve de plata y que nos borra las caras, somos contraluces y nos reímos sin vernos porque te hace gracía lo que no tiene lógica y el sol se está poniendo y es difícil ahora mirarnos de frente, entonces te digo que vengas, que recogas tus juguetes, que nos vamos


 

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