he vuelto Avena, estoy a tu
lado y la playa se vuelve cemento, tus manos buscan en los huecos que dejamos
inconscientes, ignorantes del vacío que va horadando el agua y la arena, tú
vigilas el mar y yo cuido de los bordes, las esquinas vacías por donde entran
los cíclopes y te buscan, te guardo Avena, te recojo en mis sentidos y
vigilo a los titanes para que no te lleven, tú dices que te da miedo muy lejos
y que el mar viene, que viene y sales corriendo sin importarte que yo me quedo,
que la ola podría mojar mis pies y no me tambalearía
vamos Avena, vamos allí, donde el agua está más cerca de nosotros y
podemos recogerla para seguir construyendo, para mojar las torres que amasan
tus manos de arena y que serán indestructibles, te distraes Avena, pero mis
ojos vigilan, mi mirada no ceja, escucho el rugido del mar y me calmo, sin embargo,
no puedo descansar, me inquieta el tiempo de la tarde, el recorrido constante
de la luz en tu espalda, el brillo plateado del atardecer
quiero guardarte Avena, acotar tu mirada fija en un
círculo en la arena, dibujar centeno en el surco de mi dedo para que huela
freco, para sentir el crujido de la siembra y la simiente y cubrirlo con el
mar, con este mar que nos ruge y nos silencia
construimos sin hablar, sin mirarnos apenas,
soledando en nuestros vacíos que apenas ignoramos porque no son palabra
yo me he levantado para recorrer la playa, camino
buscando sogas de algas y ramilletes, vigilo el centeno que nos crece en el
surco de la playa, tú dentro Avena y yo a tu alrededor, nada te preocupa Avena
mientras estás concentrado en tus castillos, sentimos el aire salado y mojado,
la nube de salitre que nos vuelve de plata y que nos borra las caras, somos
contraluces y nos reímos sin vernos porque te hace gracía lo que no tiene
lógica y el sol se está poniendo y es difícil ahora mirarnos de frente,
entonces te digo que vengas, que recogas tus juguetes, que nos vamos
No hay comentarios:
Publicar un comentario