domingo, 5 de noviembre de 2023

CHM

Amigas analógicas

Esta noche me has llamado, yo estaba mirando
mi plato de comida cuando ha sonado el teléfono, me he sonreído porque no tenía hambre y me parecía divertido dejar enfriar la cena. Divertido...¿es esto divertido? Sin querer he dejado de sonreírme.

Casi me cuelgas porque nadie descolgaba el teléfono, sigue siendo descolgar cuando tocas con un dedo la luz verde de tu móvil...no lo sé. 

Estos días hace frío y de pronto tu voz, ha calentado la casa, los gatos lo han notado, porque han venido corriendo a la cocina y se han tumbado ronroneando junto a tu voz, yo tenía el teléfono en altavoz y mientras retiraba mi plato de la mesa, los gatos ni se han inmutado ya con los ojos cerrados, lejanos, como los veo cada vez se deleitan.

Me has hablado de lo que significa momento y yo pensaba, cómo puedo entender momento cuando estoy más atrás, más adelante, delante, detrás, detrás y un poquito delante. Pero tú, tan determinada en tus palabras, seguías explicándome lo que significa momento y yo, dejaba pasar el tiempo como se enfriaba mi cena y escuchaba tu voz entre el ronroneo de los gatos. 

Me quedé mirando la comida ausente y tú me decías de fondo que los momentos pueden estancarse y que el agua del estanque huele a rana, que si no me acordaba de cuando éramos adolescentes y nos salpicábamos con el agua estancada mientras nos decíamos que cuidado con los peces...peces de color naranja que nadaban entre verdín para que no pudiéramos mirarlos y giraban y daban vueltas infinitamente alrededor del perímetro de la pequeña fuente de piedra.

Los peces no aman, los peces no sufren, la vida no es una canción, no es un poema, no es amor. Se me cae el teléfono al suelo y los gatos se asustan, la cocina se queda en silencio y tú dejas de hablarme, tengo frío, tengo hambre, pero la cena ya está fría. 

En la calle también el ruido se ha detenido. Mi cabeza resuena no es amor...me gustaría colgarte, salir corriendo, llamarte mentirosa, como cuando éramos adolescentes y no queríamos crecer. Pero no lo hago, porque me gusta el sonido de tu voz, de las palabras que salen del teléfono. Los gatos han vuelto. Olga, ¿estás bien?, me dices y yo sí, sí, estoy bien, es que se me ha caído el móvil al suelo, perdona, qué me estabas diciendo...

Me dices que nos arrebata la estética, que nos enamoramos de enamorarnos, que nos enamoramos del sonido de las palabras al enamorarnos, que nos enamoramos de la luz de un momento cuando estábamos enamorándonos, de un balcón, de una calle, de una ciudad.

Y yo otra vez me distraigo, ¿has dicho momento? y me quedo pensando en la palabra momento mientras tú sigues hablando, momento pienso, momento, ¿qué querrá decir? y entonces uno de los peces naranjas que había saltado del estanque agonizaba, tú saliste corriendo con tus grandes botas, lo recogiste, lo lanzaste al agua y te quedaste mirando como nadaba otra vez, las dos empezamos a reírnos sin saber por qué.

- ¿Qué es el amor?, te pregunto.

- ¿Amor?...

- Sí, ¿qué es el amor?, ¿tú has llegado ha descubrirlo?

Sí, me dices, y me explicas con paciencia lo que es, mientras me sujetas de las manos para que pueda hacer equilibrios sobre la fuente y no me caiga al agua. Nos reímos otra vez y empieza a llover, corremos a casa, tenemos hambre y le pedimos a tu madre que nos prepare chocolate caliente, hace frío y nos hemos empapado cruzando el campo.

El amor es un hecho existencial sin cuerpo, sin tiempo, sin lugar, el amor es sentir y pasar, el amor te deja estacada en la tierra, mientras graniza y los surcos se anegan y se anegan. El amor no es poder, no es una guerra, no es eterno.

Se escucha un ruido de cristales rotos en el descansillo, la puerta del ascensor se ha caído y se ha roto el espejo de la cabina, escucho a los vecinos que suben y comentan en alto ¿qué es ese estruendo? Yo me agazapo muy quieta en la galería, como si yo hubiese roto el espejo, la puerta del ascensor. 

Olga, Olga...

Hemos aprendido viviendo, pasando los días. Llegamos todas a los mismos lugares porque caminamos los mismos caminos, pero a diferentes ritmos, por eso no nos encontramos más que en momentos. 

¿Me entiendes Olga?, ¿lo entiendes ahora?

Y entonces me mandas a la cama, te despides con un beso y me dices hasta pronto. 

Yo camino sonámbula, atravesando el silencio de mi casa silenciosa, me siguen los gatos y nos dormimos.