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martes, 17 de julio de 2012

...the end.


Dame una noche para despertar detrás del tabique.

...una piedad cualquiera...

 

Melees, me pregunta si aún tengo hambre...Estoy entre las olas del viento, me llevan y me traen, no tengo ya peso. Todavía estoy volando y las libélulas no llegan tan alto. Apenas veo a Melees, tan solo un punto.
- Sí, Melees, sí tengo hambre, pero aquí tu mano no me alcanza el zumo de manzana orgánico. Melees, si estiras un poco más tu brazo, tal vez pueda asir el vaso. Ven hasta aquí. La luz es hermosa y es eterna. Melees, vuelvo a tener hambre y no veo nuestra casa, la niebla está inundando todos mis orificios y he perdido mi ropa. Melees, aquí todo es silencio y no color.
Pero sigo flotando. Entonces dejo de respirar, decido que si guardo todo el aire dentro, tal vez la gravedad me atrape. Hago diferentes pruebas. Dentro...fuera...dentro...fuera...y sin embargo, siento que asciendo, pero no me estoy moviendo del sitio.
Te llamo, pero no me oyes. Te llamo hasta que mi voz se llena de niebla y hay gotitas de humedad en mis cuerdas vocales. Te llamo hasta que mi voz se ha vuelto muda y solo mis labios imitan las sílabas de tu nombre.
Me...le...es...

(viento)
Ahora la fuerza del viento empuja mi voz hacia dentro y ya no salen mis palabras.
(hielo)
Ha llegado el hielo y la musculatura no gira, estoy rígida Melees, estoy oculta en la niebla y soy también blanca. Mi voz ya no sale y no te veo. Soy un átomo de lluvia en el infinito, pero sé que sigues abajo, regando las macetas del porche.
(escrito sobre papel)

I
El horizonte está plano y se seca un gajo de luna en la colina turbia,
has bajado en picado por los ángulos de mis dedos y
aún no estás en el aire.
Tus pulmones se inflan de charcos sin arena
y desprendes aromas de flores inconscientes,
salpicas con tus ojos la linde del camino y se
bifurca en tres la línea de mis manos.
Caminas galopando por un asfalto en fallas
desprendes regueros de ambar enclaustrado y
perfumas los dobleces de la ciudad sin sombras.
Desfilas invisible y yo, puedo verte. Estás
en las miradas ignoradas de lienzos inminentes,
opacas el temor de las luces enclaustradas
y dibujas corsés entre estatuas informes,
con tu dedo de nieve, con tu brazo fugaz
que se duerme en la noche, con dunas sin estrellas
que levantan amantes y despedazan amores.
Escucha los pasos de rastrojos y encuentra
la pausa de los días sin viento.
Existen, entre tus ojos y yo, cuatrocientos veinte montones
de arena mojada.
Empapa mis párpados de luna y cambia el sonido que taladra
la roca de ramajes descalzos.
Tu hermosa figura trasgrede mis pasos y
los duerme en sonámbulas luchas de
pasos secuestrados.
Duerme a la madrugada, cabálgala ligero y
sueña con libélulas marinas que te dibujen geometrías.

II
Imprímeme tu frente en el vientre, para dejar mojados
los días de mis noches.
Serena y en calma, rozaré las lindes de mi tierra empapada y
escucharé tus pasos soledantes, silenciosos de luna.
Tendré tu cabeza en mi mano para sostener tabiques
que conforman montañas.
Seremos naturaleza, pasos rotos por el cuchillo de la fuerza.
Seremos de carne y hueso, de sangre y venas, de piel y mirada,
de risa remota desbordada de océanos.
Intuiré tu gesto desde mi epidermis y acariciaré las lagunas
que oculta tu cabello despistado. Enredaré tus días en caricias
que ondularán los círculos incipientes de tu pelo.
No te miraré, porque tan solo miraré al horizonte, donde navega entre las olas nuestra casa.
Tu espalda de estepa lo llena todo.
Caes en la tierra. Tu materia de arcilla se desmodela delante de mis piernas y
vuelves sin mirarme y vuelvo sin mirada.
Tus piernas se deshacen en un líquido sonoro que devuelve a
tus pies la memoria perdida.
El miedo no te roza, porque el miedo no existe.
La luz te acaricia, porque eres de luz.
Mis manos te guardan, porque tienes la vida.


Sujétate a mi cintura, timón sin barco,
eres barco en el barro y yo me navego.
Tus dedos inmóviles ascienden estáticos hasta mi pecho cantante
que aguarda al otro lado.
Alcanzarás la textura y la forma del aire.
Serás libre en mi cuerpo y trazaremos siluetas que no tendrán reflejo,
que serán huidas de los cuerpos apartados.

Y no habrá ya tiempo,
porque el tiempo pasado será una llama marcada
que consuma el futuro.
Y seremos presente, dibujados en el universo.


Me faltaba tu boceto para terminar mi poema.
Estoy.

domingo, 17 de junio de 2012

...volar...


Me he despertado en el claro del bosque, las libélulas ya se habían ido...quiero contarte lo que he soñado... ...poco a poco mi cuerpo se hacía etéreo, ascendía desde el vientre como en una montaña, sin embargo yo no entendía y pensé que no debía hacer caso a esto. Tal vez lo estaba imaginando. Los pies descalzos tocaban aún la tierra llena de rocío y con las manos agarré puñados de tierra mojada que se me pegaron en las palmas pintando la línea de mis manos. En realidad no lo hacía por miedo Sinpalabras, lo hacía por sumarme con la tierra, por una rutina de planta o de vegetal, no lo sé...Me quedaba así, no pensaba y creía que aún dormía, tal vez...Pero empezé a elevarme, a elevarme, a elevarme...mis pies ya no tocaban el suelo, solo caían trozos de barro que se desprendían de entre los huecos de los dedos y así, iban despojándome del barro. Pesaba menos, pesaba menos cada vez y me seguía elevando. Fue divertido, Melees, porque de pronto tenía la cabeza en la tierra, por el desequilibrio, sabes? y los pies hacia el cielo. Entonces, las piedrecitas que aún guardaba en los bolsillos que ya no estaban rotos porque tú me los cosiste antes de partir de casa, comenzaron a caer al suelo. Aún pesaba menos, y en un golpe hacia arriba, subió todo el cuerpo, ahora sí que estaba boca abajo, con el pelo que se me enredaba entre las flores y con todas las piedrecitas cayéndoseme de los bolsillos. Era como uno de esos globos que tanto nos divierten cuando pasan por el horizonte del porche mientras chupamos con pajita un zumo de manzana orgánico. Te hubieras reído de verme así, con los ojos al revés y la nariz hacia la tierra, con la cara de espejo y toda la ropa remangada hacia la tierra. Subí más, mi cuerpo ascendía en dirección a las nubes invisibles. Todo era cielo. Cerré los ojos. Tu mano estaba ahí, sujetándome y sentía su calor seco y la marca de los hilos de la cometa, reconocía todos los huecos y recorría ciega las líneas que te dibujan la palma. Me sujetabas y yo, me dejé ascender, me elevaba más y ahora ya ni mis manos se sujetaban a la tierra. Entonces, solté todo el barro que llevaba en los puños apretados y vi como te apartabas a un lado para que no te cayese en los ojos. Te miré. Me sentía segura. Sabía lo que iba a pasar. Y de repente, me soltaste. Entonces volé más arriba y más arriba y más arriba y te veía diminuto, un punto en la arena, una nada. Me sentía segura. Volaba. 

domingo, 10 de junio de 2012

...oleo de una mujer con sombrero...


He terminado el poema, corazoninterior sinpalabras, y al mirar al cielo he visto que se ha vuelto a oscurecer. Ahora sé que no encontraré el camino de vuelta, porque las indicaciones que me diste al salir de casa se me olvidaron al atardecer. Siento frío, pero no miedo. Tú sabes que miedo no habita el bosque, solo el corzo, el jabalí o la libélula. No sé qué voy a hacer porque no tengo sueño y las flores de la linde del río están demasiado aplastadas para recostarme de nuevo. No he traído mis zapatos y las sandalias de cebada que me hiciste antes de salir de casa se me han gastado. Así que, sin pensar, voy a recoger las hojas esparcidas de mis versos al atardecer y voy a caminar sin rumbo. Sé que me esperas sin miedo y sé que sabes que voy a volver, por eso yo también sé que encontraré el camino a casa. Pasó antes. Melees, los darditos se han marchado y ya no pinchan, puedo respirar y sentír la humedad bajo mis pies. Nada más, porque sé que si me daño las plantas de mis pies, cuando llegue a casa tú me curarás, como otras veces.

...he llegado a un claro del bosque oscuro, pero en mis ojos había un resplandor guardado de luna llena que me ha dejado encontrar un camino sin abrojos. Me he parado en el centro del claro y me puesto en cuclillas, he cerrado los ojos para ver la luz y he respirado hondo, te he imaginado bebiendo un vaso de agua delante de la ventana y recorriendo sereno con tus ojos la senda que parte de nuestra casa hacia cualquier parte...He apretado los ojos hasta los darditos invisibles hoy y he visto una bandada de libélulas. Giraban alrededor de mi cabeza, en círculo y me susurraban cuentos al oído. Yo no podía descifrarlos más que uno...este, melees...

La garza sobrevolaba el acantilado, cuando vio desde su vuelo una mujer extraña. Se acercó temerosa y distinguió algo raro en su cabeza, un sombrero de ala ancha de caracol. Pensó la garza que haría un nido en el sombrero y que allí podría tener sus crías, pero cuando se aproximaba acechando, comprobó que el ala del sombrero, era demasiado inestable para sus huevos.
- Vaya, - pensó - tampoco aquí podré hacer mi nido, me gustaba, porque desde el ala del sombrero se ve siempre el mar y mis crías y yo, podríamos viajar por todo el mundo, sin volar.
La garza se sobresaltó cuando vio que el ala del sombrero se ladeaba, pensó que ocurriría un terremoto o que tal vez una ola gigante la llevaría al fondo del mar. Realmente, confundía las enseñanzas recibidas desde el instinto remoto. Sin embargo, nada de esto sucedió, porque tan solo la mujer, en movimientos ralentizados e interrumpidos, movía su cabeza hacia el cielo y sonreía por un instante apenas fugaz. 
La garza voló con pena y aplicó las viejas lecciones de la bandada que la llevaban siempre a sitio seguro, suspiró con melancolía y voló en dirección contraria a la mujer del sombrero de ala ancha de caracol. No volvería a verla, con los ojos de garza, sí en su pensamiento, esto nadie lo vería, porque era invisible, imposible y soñado. La vería mientras cazaba peces bajo el agua y mientras devoraba entre todos, los restos muertos que dejaban los barcos pesqueros, mientras escuchaba las voces hoscas de los marineros ajados que olían a tabaco agrio. La vería mientras se negaba la poesía, la vería...y voló hacia los barcos del horizonte.
Mientras, la mujer, entre movimientos interrumpidos, pensaba en quitarse su sombrero de ala ancha de caracol, pero cuando iniciaba lentamente el movimiento, recordó la última vez. Al descubrir su cabeza, un golpe de viento le voló todo el cabello que fue a enredarse entre el diente de león. Así, recogió sus manos en el regazo, cerró los ojos e intentó poner su cara mirando al sol, para sentir el calor mojado del mar. Recordó los días en que había caminado por el suelo embarrado y cuando tuvo que subir y bajar montañas, pero aquello ya era pasado y ahora...
Buscaba nueces en sus bolsillos, tenía hambre, pero ya había gastado todas. De nuevo miró al mar y suspiró, como la garza.
Pintó en el aire un cuadro invisible.

miércoles, 6 de junio de 2012

...molinos de viento o la boca llena de peces...


He despertado sin querer, el sol me daba de pleno y yo no quería verlo. Intentaba taparme con las flores mojadas del margen del arroyo, pero eran demasiado pequeñas para tanta luz. Me he puesto boca abajo, pero se me ha llenado la boca de musgo. Al final he tenido que incorporarme con el sonido de los conejos, estaban comiendo hierba, sabes, melees? Te hubieses reído. 
He soñado con tu voz. Me llamabas, pero yo no recordaba mi nombre y no podía buscarte. Escuchaba tu voz como de otros que se buscan y deseaba que pudiesen encontrarse. Sin embargo tenía un poco de hambre. Te llamaba con mi espalda para que vinieses, pero aún te faltaba por atar un nudo de la cometa. Apenas me quedaba paciencia, por eso he comido una brizna de hierba, jugaba a que sabía a fresas marchitas de la tarde anterior. Ajadas por el sol que entraba en la ventana. No me había dado cuenta de que tenía un poema escrito en mi pecho, pero sé que cuando me veas llegar, nada te extrañará. Tal vez me hayas echado de menos esta noche. Yo he sentido frío, el glacial se ha apoderado del arroyo en la madrugada y yo he cerrado muy fuerte mis ojos para no sentir los pequeños darditos. Ha sido inútil melees, hoy me pinchaban por todo el cuerpo y me taladraban las cejas. Tal vez el poema se ha mudado en pesadillas, mi cabeza a veces no sabe hacia dónde camina. Dame tu mano, melees, me estoy volando...me vuelo. Entonces desperté, sentí mi cuerpo marcado por los dobleces de la tierra y pensé, no, no me estaba volando. O tal vez sí, melees, sabes que vivo también en sueños nocturnos que me agitan por la noche. 
Desde que tiramos el Tabique hay más corriente en la casa, sin embargo también el calor de tu respiración calienta el cuarto sin paredes y yo, tengo menos frío. Es curioso, nuestra casa gira y yo caígo en risas inconscientes por el agujero, de pronto me lanzas de nuevo hacia el borde en una expiración caliente y juegas conmigo como con los molinos de viento. 
Sí, acabo de tener una idea, te voy a llevar un regalo. Voy a recoger montones de molinos de viento para que los soples todos cuando yo llegue, será divertido verte la boca llena de pellizcos de saliva de tanto soplar. Tal vez después te marees y quieras dormir la siesta. Yo saldré al porche, me sentaré en suelo para recordar el miedo de esta noche y soñar con la alegría. Terminaré un poema acabado y cambiaré solo un verbo. Cuando te despiertes te lo leeré con mis ojos y saldremos desnudos a pasear entre la cebada.
Aún me quedo un rato escuchando el sonido del agua, parece que te has quedado dormido y ya no me llamas.

martes, 15 de mayo de 2012

...cometas...



Esta mañana hemos ido a volar la cometa, ayer pasaste toda la tarde encajando sus hilos y no quisiste hablarme. Yo sabía que necesitabas concentrarte y por eso decidí ir al arroyo para bañarme desnuda. El agua estaba muy fría y los peces me hacían cosquillas en las plantas de los pies. Me ponía un poco nerviosa el contacto con las flores muertas del fondo, sabes lo poco que me gusta pisar el fondo del arroyo. Pero quise ser valiente, tú estabas atareado y yo tenía que bañarme sola. Nadé, canté con la boca llena de arroyo, me tapé con las flores desechas y cerré los ojos. Te soñé recogiendo fresas mientras tarareabas canciones, te escuché preocupado porque no sabías como enganchar el último hilo de la cometa, te sentí caliente por el sol que bañaba tu cuerpo y seguí durmiendo. Dormía, mientras tú pensabas. Soñé con este poema y te lo escribí en papeles que caían por mi pecho. Escucha...

El horizonte está plano y se seca un gajo de luna en la colina turbia,
has bajado en picado por los ángulos de mis dedos y
aún no estás en el aire.
Tus pulmones se inflan de charcos sin arena
y desprendes aromas de flores inconscientes,
salpicas con tus ojos la linde del camino y se
bifurca en tres la línea de mis manos. 
Caminas galopando por un asfalto en fallas
desprendes regueros de ambar enclaustrado y
perfumas los dobleces de la ciudad sin sombras.
Desfilas invisible y yo, puedo verte. Estás
en las miradas ignoradas de lienzos inminentes,
opacas el temor de las luces enclaustradas 
y dibujas corsés entre estatuas informes, 
con tu dedo de nieve, con brazo fugaz
que se duerme en la noche, con dunas sin estrellas
que levantan amantes y despedazan amores.
Escucha los pasos de rastrojos y encuentra 
la pausa de los días sin viento.
Existen, entre tus ojos y yo, cuatrocientos veinte montones
de arena mojada.
Empapa mis párpados de luna y cambia el sonido que taladra
la roca matojos descalzos.
Tu hermosa figura trasgrede mis pasos y 
los duerme en sonámbulas luchas de 
pasos secuestrados.
Duerme a la madrugada, cabálgala ligero y
sueña con libélulas marinas que te dibujen geometrías 

Lo dejo a medias melees, mañana con el sol...seguiré.

domingo, 6 de mayo de 2012

...antifaz...


Me he quedado dormida escuchando las cigarras, has pasado cerca y he sentido algo de aire en mi cabeza. Como un vientecillo levantado con tu chaqueta. No he querido abrir los ojos por si el sol entraba fuerte, sabes que duermo con antifaz, pero esta noche no lo he encontrado. Llegué tarde, tú ya dormías y yo no encendí la luz, por eso no encontré el antifaz y ahora no puedo dormir bien.
Me voy quedando dormida y lo dejo todo como está...

martes, 1 de mayo de 2012

...corriente...


Cúbreme con la manta de pelo de ballena, el calor me ha dejado exhausta y he tenido fiebre, ahora hace frío y no quería dormir sola. Cúbreme, el tacto de la manta me recordará a los paseos sobre la hierba descalza y podré respirar. Aunque no ruge el silencio, sí hay un frío extraño. 
Hoy también déjame la puerta abierta, tengo miedo.

domingo, 29 de abril de 2012

...evasiones...



Esta noche he decidido dormir con la puerta entreabierta, melees. Voy a dejar que la corriente fría de la nieve caída y esta primavera bestia de calores que prometen el estío, entre en la habitación. Escucharé tus pasos, y el sonido que harás con los objetos de la casa, ese sonido amable que guardaba mis oídos infantiles. Esta noche voy a descansar, melees, porque en los días cercanos, ahuyentaste a los fantasmas del hogar. Has puesto el incienso que trajimos de la India y nuestra casa está fresca, como la nieve caída. 
Melees, desde la calma bullente de esta noche serena de curvas giratorias que dejan una suerte de vértigo en mi alma, voy a descansar. He volado contigo y mis manos se han refrescado.
Sabes melees antes de cenar me he lanzado rodando por una duna que tenemos enfrente de la casa y me he divertido. Pero ahora la cama está llena de arena.
Esta noche pon música en el viejo gramófono de la sala de estar que quiero dormir escuchando canciones.

martes, 17 de abril de 2012

...mi camisa de Amsterdam...




He salido sin melees y la noche me ha vuelto a devorar, tengo gastados los talones y la piel de las rodillas. He monologado con melees camino de casa, en mi bicicleta oxidada, he soñado con que me arropaba entre los parques borrosos que yo intentaba desenfocar. He jugado con mi lógica para no parar en ningún semáforo, para olvidar que viajaba camino de casa y que no quería sentir. He soñado con que el tiempo no había pasado, porque el tiempo no pasa, ¿verdad melees? Dime, ¿pasa el tiempo? ¿cuántas horas han pasado desde que salí de casa? Quiero simplemente que calientes la sopa y que el mundo no exista, que el frío de este marzo extraño no entre por la ventana que nos olvidamos de sellar. Y no puedo parar melees porque esta noche hace mucho frío y me acabo de quitar el gabán. Siento que ha sonado el teléfono, pero has decidido no levantarte para cogerlo, haces bien. No me despiertes esta noche, por favor, no me despiertes. Toca el piano suave, toca a Bach y no juegues con la música. Como una adormidera. Recoge los platos de la cena y no friegues. A veces es mejor que se pudra la comida en los platos sucios, si te fijas, incluso huele bien.
Melees meescribes metaforizas y juegas a palabras. No puedo dejar de escribir esta noche melees, porque hay noches como esta que tengo pesadillas y la leche caliente no es suficiente. Los días se alargan y necesito que me abraces. Pero el tabique es muy fino y yo siempre entro por la puerta contraria. No me llames, solo toca el piano y no me abraces. Mi cuerpo quema esta noche y te haría daño. Me duele el frío en la epidermis. 
He viajado entre figuras borrosas, amarillas y verdes de hojas frescas, los bancos se derretían, y yo me moría de premuras. Quería gritar sin que el taxista me preguntase por mi dolor de espalda, por si la dirección era exacta, por si llevaba dinero suficiente...Y hablaba contigo melees me ataba a tu escucha tardía como si me fuese a volcar. Y te contaba palabras que ahora ya he olvidado, pero que también voy atando al compás de tu sueño. Porque estás dormido y yo no, y yo no, y yo no...melees, no escuches a mi infelicidad de estas noches deslunadas, pasarán y podrás estar tranquilo. No me escuches, no me borras, pero no me escuches. Juega con nosotros, ríete de las canciones y sueña con el río. No me escuches, melees, no me escuches ni me grabes, porque estas noches mis palabras se clavan en tu piel como pequeños darditos, y yo solo quiero que duermas. Pero necesito tus ojos ciegos y tus oídos dormidos para no volverme loca. Porque te escribo y me olvido de que me duele. Y tú solo recuerda que estamos en Tabique, y que mañana te escribiré desde Nos mudamos. Pero necesito saber que te aprietas en la manta de pelo de ballena, solo, dormido, descalzo y solo. Y que simplemente yo, que esta noche no encuentro la casa, puedo hablar en silencio con tu respiración, desde la puerta de mi nada. Porque estos días me escuecen los ojos de no encontrar un solo objeto sencillo. 
Te estás desperezando, escucho tus pasos y me siento más aliviada. Quiero olvidar que esta noche he viajado en un tren sin ventanas. Ayúdame a entrar en casa, solo dime dónde está la puerta de mi habitación. Sabes que siempre me olvido, hoy por lo menos puedes quitarme el reloj, hoy he salido sin reloj melees y ha sido peor. Pero tú sabrás como dormirme. Gracias.
Huele a sopa, la cama está fría, pero al fin has cerrado la puerta. Duermo. Tengo pesadillas, pero la leche caliente me recuerda que son solo pesadillas.
Melees déjame solo hablarte en este frío de la casa y luego olvida mi llegada. Olvida mi llegada. Solo quiero zumo de naranja, recién hecho ¿recuerdas?
No pases el tabique, espera solo a que yo salga, no me veas, solo calienta la sopa para que la casa no se quede nunca fría. 
Solo tú sabes como abrigarte de mi frío, no dejes de hacerlo. No te acerques, te lo pido por favor.


Me cuesta dormirme hoy, sin embargo sueño se instala en mi pensamiento como un sustantivo abstracto y pienso, querría analizarlo en sílabas de aluminio para  amplificar su significado. Pero el aluminio no ensancha y decido desistir. Entonces...? Doy vueltas en la cama y me encuentro con mi camisa de Amsterdam, está arrugada pero no me sirve como pijama. He visto a alguien que tú conocías, pero no se acordaba de nosotros. 
Mis palabras bajan las persianas, pero prométeme que no vas a dejar de regar las plantas, melees.

domingo, 15 de abril de 2012

...M-30...





No sé si te has fijado, pero mis pies golpean el suelo bajo el misterioso compás del sonido de tu teclado. Me gusta que suenen porque me hacen girar y girar, perder la gravedad y sentir que me elevo hacia la luz que me ciega y me mira desde el techo. Cerrar los ojos y coger con el aire tu cuerpo. Salir a la acera fría y no tocar ningún objeto. Atravesar una autopista sin chocar con un mísero coche. Nos pasan gentes, animales cualquier tipo de seres, pero giramos con tanta fuerza que no podemos distinguir ninguna. Soy ligero pero resistente. Me haces huir y no me mareo. Andar hasta el ardiente Tánger y tocar con los dedos la espuma del hielo. Y seguir girando mientras escribes. Ahora a un tendero, mi estómago hambriento y la tostada helada. Dejarnos hundir. Dando vueltas y vueltas, andamos por los corales luminosos. La oscuridad con un manto nos intenta atrapar. Pero somos demasiado veloces como para que nos coja. Llegar hasta el fondo. Me paro, no oigo el teclado. Allá parece haber una luz. Sí, es una pantalla del ordenador. Puedo ver que hay alguien frente a ella. ¡Mi pareja de baile! Su cabeza tumbada sobre la orquesta. Debe haberse quedado dormida. Creo que tendré que volver a casa. Andaré de puntillas para no molestar. Eso sí, no será fácil llegar hasta la puerta. Todo está esparcido, hilos, madejas gigantes... parece que no ha cenado sola. Sudo, tengo calor, el corazón está tocando su propia sinfonía. No quiero que me oiga. Mi pecho crece y me desinflo paulatinamente para no hacer ruido. Me topo con la puerta y encuentro el bracito que me hará volver a casa. Lo bajo mientras empujo su cuerpo. Así no podrá oír el rugir de sus pasos; es igual de ligero que el tabique que le sostiene. Giro mi mirada y me aseguro que no he soñado. Mañana volveré, de noche...

sábado, 14 de abril de 2012

...Tánger...



Mi cerebro ahora está lleno de paja y no quiero moverme mucho, por si se levanta el viento y se despeja la calle. La masa sutil de hebras que huelen a campo me rellena algunos huecos y me deja respirar, por un fragmento de esta noche. Pero tengo que tener cuidado, si hago ruido la ansiedad se acercará y se instala otra vez en el pecho y me pica y me sujeto los pulmones y tendré que bostezar como siempre para que pueda entrar el oxígeno. 
Entrecierro los ojos todo el tiempo para cerrarle también la puerta, para caminar dormida hasta el cuarto de baño, como cuando era pequeña y no me daba tiempo a llegar en sueños. Y de nuevo pienso que estoy haciendo demasiado ruido, porque quiero dormir esta noche.
Melees ha salido a bailar y si pronuncio su nombre, es probable que se enciendan todas las luces de golpe, y la del baño es la peor, porque duelen los ojos como un sol en la playa, en el mes de julio, en Ibiza no en Tánger ¿Quieres una tostada con sabor a metal, melees?
¡Camarero, nos trae...!
Desayunamos junto a la contaminación sin protocolos, junto al caos de nuestras ciudades favoritas, junto al mar y a la arena cubriendo el horizonte...¿dónde está el mar, melees?
Respondes...respiro.
Escribo sin pensar apenas, detrás del tabique, para que no te des cuenta de que me he despertado mientras estás cenando, pero el teclado hace ruido y me ha parecido que te acercabas, respiro fuerte para que pienses que estoy dormida. Sería más fácil salir de aquí y tomar contigo un zumo de manzana orgánico...mañana.
Otra vez no me quiero ir, y pienso, ten cuidado, el sueño se marcha y otra vez vas a perderte en casa, vas a confundir las puertas de las habitaciones y vas a dormir en la cocina. Me voy a escondidas para que ni yo misma pueda encontrarme.
Gracias melees gracias junto a miedo. Esta noche hemos decidido invitarle a cenar...en el porche de la casa, sin mesa y con sillas, como en una película yanki.


(Sonrío)

viernes, 13 de abril de 2012

...la primera noche...


En la casa, desconozco los recuerdos que construyeron mi vida. Entrecierro los ojos y no reconozco la noche. He atardecido, los cuadrados de vidas que se proyectan desde mi ventana me miran y yo no quiero verlos. Me estoy apartando, pero me dan como darditos punzantes. He salido hacia la oscuridad, he visto allí la esencia de mis venas que encontré antes, y pensé, me lee. Sus ojos son un asa a las horas contadas, cuando me destejo en los relojes frenéticos, ¿quién les ha dado cuerda, melees? Algún dios perverso que quiere envenenarme de cuerpos caminantes con los ojos apagados. Aprieto los párpados hasta el dolor para no sentirme viva, quiero estar en el otro lado, donde los azules saltan sobre el mar, donde puedo respirar, donde me lees. Tenía los bolsillos rotos en ambos lados y la mirada ganada en la sombra del local, yo no veía a ninguna, porque para mí, ninguna existía, solo lo entretejido cuando aún no habían pasado los años. Cuando paseaba con un sombrero por la playa, cuando ella trotaba entre las zarzas y me miraba delirante, cuando olía a sal y óxido...he regresado, ¿quién me ha empujado? yo no había visto a nadie. Solo queda el sabor a óxido en mi boca. Me baja por el cuerpo y lo quiebro para no perder la flexibilidad. Esta noche he decidido bailar, la lluvia cae desde las luces del local apestoso y alguien me llama por la espalda, devuelvo mi sudor y sigo bailando, no quiero ver rostros, solo los fotogramas de mi cabeza. Alguien pasa las páginas demasiado deprisa y con el aire de las hojas se vuelan algunos fragmentos desprendidos, y duelen en la piel, como heriditas, y me lamo solamente por inercia. De nuevo el sabor a óxido, y la luz parpadeando y este reloj que se empeña. He mirado a alguien que había al lado, pero no me salía la voz, quería decirle, sabes melees, quería pedirle nada más, que me quitase el reloj. Era tan sencillo, tan solo tirar de la hebilla y luego la correa se deslizaba sola y yo pensaba en ti y tú hubieses sabido cómo se quitaba ese mecanismo, pero no te vi, estaba demasiado oscuro y mi mirada perdida no lograba enfocar. 
Entonces quise estar completamente sola, me apoyé en la pared y cerré los ojos muy fuerte, hasta sentir otra vez los darditos entrelazados. Imaginaba la música entre mis labios, intenté tararear la canción que sonaba como para hacer que no pasaba nada, intentaba disimular y buscar miradas inquisitivas, nadie me veía porque yo no estaba. Me enluné en la barra de la discoteca y viví como viajando, imaginé aquel café de Tánger donde ponían zumo de naranja con crepes y el sabor a metal del vaso. De nuevo apreté los ojos. Lágrimas, calor, despacio, soledad, lluvia otra vez y la humedad de todas las infancias, la humedad que cubre tu cama inmensa para tus pequeñas manos y el sonido de tu madre que siempre se iba y tu reloj de minutitos rojos y otra vez la humedad, y el olor a orín en la cocina y el esfuerzo de mi abuela por preparar un cocido sin piedras. Y la casa que se llenaba de arena de las plantas y el sol ya no podía pasar por el pequeño hueco, y te dabas con el techo demasiado pequeño para tu pequeño tamaño y volvían las ganas de apretar los ojos y salir de allí. Pero cuando eres pequeña, nadie te dejaba salir sola a la calle. Y querías gritar sin que nadie te preguntase si te dolían otra vez las muelas. 
Necesito escribir melees, necesito escribir, necesito escribir y llenarte el cuerpo de cursivas que te miren sin pudor. Y necesito abrir los huecos cerrados de mi nariz para que pase el aire hasta mis pulmones para no seguir ahogándome como todas las semanas. Necesito salir de los días sin luna que se enredan por mi casa, necesito expresar lo que no tiene voz.
No quiero pasar este dolor en el cuerpo, debe ser que ayer me caí y tal vez me pisaron, me busco los cardenales...
Tengo unas velas por aquí pero no hay cerillas.
Ella necesita aire y voy a dárselo. La calle está ahí abajo, y alguien me dijo que yo podía salir cuando quisiera, tal vez hoy...Hace muchos días que no salgo a la calle y ahora tengo miedo a los perros. Busco mi camisa de Amsterdam y me enfundo en ella como en una coraza de hojalata. Frágil coraza de hojalata me río con ironía, y la ironía me escuece como cada vez, porque son ya muchas veces, y no puedo parar este escozor en el pecho, melees y no quiero dejar de escribirte porque tú me lees y así mis versos tienen voz, porque yo ya no me acuerdo de las palabras más básicas.

miércoles, 11 de abril de 2012

Sin tabiques...




Entro en casa y no encuentro la madeja, todo está lleno de hebras imposibles y mis pies no caben por la puerta. Miro sin esperanza y confirmo que no lograré entrar en casa. Los hilos por los rincones hacen muros impenetrables. Me quedo mirando, paralizada, la puerta de la calle abierta y el miedo a que algún vecino pueda verme. Quiero gritar, pero no es adecuado. Pienso en ti, que me lees y entonces decido escribirte con el pensamiento en el teclado de mi frente. Las letras suenan deprisa, frenéticas, esta noche es demasiado audaz y yo... ¿dónde estoy?
Me busco entre las hebras, entre los nudos del tejido enredado y sin embargo, aún no quiero pasar. Sigo en el descansillo del portal, hace frío y la luz se apaga todo el tiempo. No sé, puedo quedarme a oscuras, pero de pronto me entra angustia.
Angustia..? ¿Me lees? 
Bórrame hoy, olvida todo esto en una noche de estrellas rotas que se fragmentan en el paisaje. He preguntado en la calle, cuando venía para casa, y nadie sabía su nombre. He decidido olvidar el mío. ¿Te acuerdas de mí?
Bórrame, hazme olvidar esta carta sin penumbra que me escuece en los dedos. La noche a veces escuece demasiado. Pero tú me lees, y yo no quiero pronunciar la voz. No quiero que salga un solo sonido. Sola yo, con mis dedos y tu escucha tardía. Bórrame.


Estuve en un cráter, allí construí un pequeño edificio de madera, quería guardar dentro algunas piedrecillas que había encontrado en la playa, pero al mirar en mis bolsillos, se me habían caído por un agujero del pantalón.