sábado, 14 de abril de 2012

...Tánger...



Mi cerebro ahora está lleno de paja y no quiero moverme mucho, por si se levanta el viento y se despeja la calle. La masa sutil de hebras que huelen a campo me rellena algunos huecos y me deja respirar, por un fragmento de esta noche. Pero tengo que tener cuidado, si hago ruido la ansiedad se acercará y se instala otra vez en el pecho y me pica y me sujeto los pulmones y tendré que bostezar como siempre para que pueda entrar el oxígeno. 
Entrecierro los ojos todo el tiempo para cerrarle también la puerta, para caminar dormida hasta el cuarto de baño, como cuando era pequeña y no me daba tiempo a llegar en sueños. Y de nuevo pienso que estoy haciendo demasiado ruido, porque quiero dormir esta noche.
Melees ha salido a bailar y si pronuncio su nombre, es probable que se enciendan todas las luces de golpe, y la del baño es la peor, porque duelen los ojos como un sol en la playa, en el mes de julio, en Ibiza no en Tánger ¿Quieres una tostada con sabor a metal, melees?
¡Camarero, nos trae...!
Desayunamos junto a la contaminación sin protocolos, junto al caos de nuestras ciudades favoritas, junto al mar y a la arena cubriendo el horizonte...¿dónde está el mar, melees?
Respondes...respiro.
Escribo sin pensar apenas, detrás del tabique, para que no te des cuenta de que me he despertado mientras estás cenando, pero el teclado hace ruido y me ha parecido que te acercabas, respiro fuerte para que pienses que estoy dormida. Sería más fácil salir de aquí y tomar contigo un zumo de manzana orgánico...mañana.
Otra vez no me quiero ir, y pienso, ten cuidado, el sueño se marcha y otra vez vas a perderte en casa, vas a confundir las puertas de las habitaciones y vas a dormir en la cocina. Me voy a escondidas para que ni yo misma pueda encontrarme.
Gracias melees gracias junto a miedo. Esta noche hemos decidido invitarle a cenar...en el porche de la casa, sin mesa y con sillas, como en una película yanki.


(Sonrío)

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