martes, 17 de abril de 2012

Una enfermedad autoinmune


Una enfermedad autoinmune es una enfermedad causada porque el sistema inmunitario ataca las células del propio organismo. En este caso, el sistema inmunitario se convierte en el agresor y ataca a partes del cuerpo en vez de protegerlo. Existe una respuesta inmune exagerada contra sustancias y tejidos que normalmente están presentes en el cuerpo. Así, cuando las glucoproteínas de reconocimiento no coinciden, el sistema inmunitario comienza a atacar al propio organismo. 


¿Tenían los románticos una enfermedad autoinmune? Es posible. Su afán de lo inalcanzable atacaba las células de su propia felicidad. Así, los sueños se convertían en agresores y atacaban los objetivos, los proyectos, las aspiraciones. El pensamiento comenzaba a atacar al propio pensamiento.
El deseo de pronto, puede pasar a convertirse en una enfermedad autoinmune. Este, se incrusta en el tórax y comienza a oradar los canales de la serenidad. La razón se resigna y se retira a la cueva, se retuerce en la humedad, pero muda y sola, ya no se escucha. Y como la razón otros muchos pilares: el sosiego, la estabilidad, el estar, la lucidez que en definitiva nos mantiene con la mirada serena y la voz pulida. Pasamos así del deseo vital al deseo mortal. Este último es el que nos orada, el que transforma un momento en un siglo, el que cambia la luz de los días, el de la mirada de un único sentido, es decir, hacia dentro. El deseo que se convierte en un único pensamiento que ya no puede pensar, que ya no tiene libertad, que ya es agresor del propio órgano y que ya no lo protege. 
¿Cómo puede un organismo atacarse a sí mismo? ¿Cómo puede la vida autodestruirse? ¿Cómo pueden los días absorberse a sí mismos? ¿Cómo puede ser, estar y ser oculto y aspirar a devorar en una fiesta caníbal a estar? Ser sigue, a veces, en este caso sigue, pero se tambalea. Olvida si es, aunque guarda el saber en su fuero interno. 
Así trasladamos la idea inicial a este caso concreto, porque el deseo se autotransforma en ese caníbal voraz, porque así también estar se muta en no estar, que ciertamente se parece a noser, pero es. Tan solo en un recién estrenado estado de este ahora, que yo desconocía. Un noser sin sufrimiento, un noser sin monólogo interior, un noser sin análisis permanente, un noser de esencia atemporal que trastabilla entre el pasado al que renunció y el futuro a quien rechazó. 
El organismo destierra al hambre, exilia al sueño y aparta todo lo que era cotidiano. ¿Y qué es cotidiano? Una serie de actos repetidos, aprendidos y que pujan por ser tú, por ser los protagonistas caníbales también de tu propia vida que se aliena o que se autoaliena.


El escorpión en una situación de calor asfixiante deja caer su cola sin remedio y se inyecta su propio veneno, muriendo. 


...como en una enfermedad autoinmune, como tras la ventana de un cuarto de madera de caoba contemplando al ruiseñor, como en una caída libre por tu propio cuerpo de papel mojado.


El escorpión se acuesta en mi cama y se duerme junto a mí para inmolarnos en un ritual de ponzoña.

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