la frontera del beso se desmenuza y me cepillas el pelo con la almohada.
Serenamente pasa la luna humedecida de lenguas insonoras
que silencian la calma
que claman insonoras.
Insonoras, insonora tú que amedrentas al miedo,
camuflada en arenas movedizas donde me embarco sin ruido.
Navego en brazadas de barro, para desprender la lluvia.
Ven,
vente conmigo.
Soñaremos con los días incontables,
con las fugitivas noches bajo la luz de París.
Sonríe, vive furtiva y aprieta los labios en un instante sin sol.
La lluvia está cayendo y se desestructuran las manchas del miedo.
Camino, miro apenas la linde del agua,
el río no fluye y tú escurres tu camisa.
Mírame.
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