Ha vuelto a ser otoño Avena, yo no recuerdo cuándo nos ha pasado. Estábamos en el campo jugando a ver quien de los dos veía más hojas caer.
Yo, como siempre soy la más distraída, no me daba cuenta de que tú ya habías visto muchas más que yo. Entonces me tiraste del ala ancha de mi sombrero y yo me sobresalté, porque creí que era un pájaro distraído que se había chocado contra nosotros.
Tú sonreíste y me enseñaste todas las hojas que habías visto caer. Las habías recogido del suelo con tus pequeñas manos y las habías traído a donde estábamos los dos.
Yo te miraba con los ojos planos, no entendía muy bien cómo habías podido estar tan atento, con tus ojos siempre abiertos desde dentro para entender las cosas.
- ¿Por qué vuelve el otoño, nana?
Yo no sabía qué decirte, no podía dejar de pensar en el pájaro, en las hojas.
- ¿Por qué vuelve, nana?
- ¿Por qué vuelve el qué, Avena?
- ¿Por qué vuelve el otoño?
- El otoño, el otoño siempre vuelve, viene para que se vaya el verano, para eso viene Avena.
- Entonces nana, cuando se va el verano, ¿dónde va?
Te cojo de la mano porque nos marchamos, tú quieres que nos llevemos a casa todas las hojas que has recogido. Como nos hemos olvidado de nuestro saco, tenemos que llevarlas en los brazos. A ti se te van cayendo al suelo y cada vez, te agachas a recogerlas. Todas son importantes y tú no quieres dejar ninguna en el camino. Has visto cada una de ellas desprenderse y caer en diferentes vuelos, dices que me tirabas del ala del sombrero para enseñármelas, pero que yo estaba distraída, que me imaginaba que los pájaros bajaban a comer a mi sombrero. Me dices que te has enfadado, porque no miraba como caían tus hojas.
Tiro con suavidad de tu brazo y tú me sigues, caminamos al mismo ritmo, de la mano, yo un poco más adelante.
Tú hablas de tus cosas sabiendo que te escucho, yo miro al campo, hoy está muy bonito. Me olvido de las hojas que hemos cogido y se me escurren sin darme cuenta. Tú, como estás hablando, no lo ves.
Al llegar a casa, pienso que siempre volvemos con todo lo que hemos encontrado y también con lo que habíamos salido a buscar.
Extiendo nuestra manta de lana en el suelo y tú vas colocando encima, una a una, las hojas.
A mí me parece como si ahora, fuera otoño en nuestra casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario