sábado, 25 de agosto de 2012

24/8/12



Escalfada, en aguas podridas, marrones y turbias. Sola sin brazos. Recordando lo olvidado. No estoy, me busco en el agua berenjena y los ojos se me llenan de fango. Tengo apenas 12 años, la adolescencia llama a mi puerta y me interroga, quiere saber si me hallo, me trae el reloj, me agarra con violencia la muñeca para calzarme sus agujas. Yo me deshago, me desprendo, me desaprieto, me corro con mi dedo índice y me renuevo gastada. No hay nada que decir, no hay ya nada de lo que hablar. He olvidado mi idioma, he perdido mis referentes, no soy nada y no me pienso, ya no me tengo.
Vivo sin días, recorro mi voz para no reconocerla y me encuentro con tus manos oscuras. Tengo apenas 12 años. No he tenido tiempo para crecer. He salido apenas de tu regazo porque nunca me quisiste, porque me empuñaste sin ganas y me abandonaste en un cajón vacío, pero allí estaba la madre, la verdadera madre, la que me acompañó pero nunca me perteneció.
He bajado al Thames a ver si te encontraba, pero tú nunca estabas. No te llamaba, porque me anegaba en orines líquidos y me quedaba exahusta. Manejaba las noches con torpeza reconocida, me escondía en los pasillos oscuros caminando sin hacer ruido, recogía mis destrozos en la lavadora soñando con  no ser descubierta.

Podría herirme, pero se lo he prometido.

1 comentario:

Ssplash dijo...
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