Ultimo dia. Mi viaje ha terminado. Mi ordenador blanco y pequeño escribe ahora en modo ingles y no tengo tildes. Escribo esta entrada con el dolor encajonado en la maleta de mano, escribo porque el tiempo pasa implacable y los acontecimientos no puedo detenerlos. Me hubiese gustado tantas veces cambiar el eje del planeta. Hoy por ejemplo, ella estaba entre mis brazos, me sostenía con fuerza increpando mi belleza en el arsenal de la niebla. Me empujaba contra la columna y ahogaba mis palabras. Me soñaba con fuerza de luchadora de esgrima y me decía, Don’t give up.
Volvere a tus brazos, volvere a este London de sudor repetido, volveré a sus calles humedas de envoltorios de comida, volveré a Hackney, volveré a ¡casa! volveré a mi vida, volveré con una maleta diferente que no contendrá ropa, que contendrá simplemente tazas para el te. Una maleta llena de envoltorios de caramelo azul.
Hay días confusos, días en los que no se puede vivir, porque la vida es inmasticable. Hoy por ejemplo, no logro pasar por mi garganta este trozo de tarde que se me ha atravesado.
Quiero un planeta para mi sola, quiero olvidar mi existencia en orgasmos, quiero deglutir esta espuma amarga que me deja siempre la vida en las comisuras de los labios. Quiero que pase el tiempo y agotar en mis besos el absurdo. Quiero beber agua en tragos absurdos y locos.
Hoy no es un dia para escribir, pero nadie me ve. Llevo aquí dos meses y me he convertido en las letras pensadas, ahora nadie me ve. He logrado derrotar al tiempo. He logrado dar esquinazo a la ansiedad que me quería derramar en el aeropuerto. Pero sigo siendo un párrafo. No, no es un dia para escribir. Pero mi blog se merece una ultima entrada para London’s diary y es esta. Pobre entrada en un dia donde el limite entre la vida y la muerte, la razón y la cordura, se besaron antes de entregar el pasaporte.
Esta tarde, he vencido a la locura.
London’s diary acaba aquí, no necesito mas este diario. Volvere a Londres, pero ya no contare los días.
Lo vivido esta aquí solo en una pequeña parte, porque este diario nunca entenderá que yo no fui a Londres de vacaciones, que no fui de viaje, que no lleve ninguna maleta. Pero este diario hablaba cuando yo aun no sabia que podía decir, cuando yo era un puente entre old y new. Ahora ya no necesito relatar como una tarde en una acera de Dalston Kinsland encontré un pedazo de mi camiseta de rayas. Ahora ya no necesito narrar. La búsqueda acaba aquí. La interrogante se cierra en una piel oscura, en el segundo piso de un autobús, en un trago de alcohol. La interrogante queda como una pieza de museo. Porque pensar ya no es pensar, pensar es solo seguir pensando. Los valores se han destrozado, el caos impera en el descansillo. Ya no tengo casa, ya no existe la casa, porque la casa es un espacio infinito donde me escondo en un pijama verde.
Tal vez en un rato me quede dormida.
Solo una cosa mas. A veces, no puedo reconocer la realidad, como ahora.
Tengo que pensar, mañana.
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