Entra en casa, la madeja se enreda por las estanterías y enredará tus tobillos.
En la puerta de mi habitación el viento vuela mis textos.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Nubarrones
El aire ha estrujado mi ventana y ha roto en un solo golpe el cristal, el frío del otoño avisaba, pero nadie podía escucharlo. Yo me he dejado llevar, he soñado otra vez que estaba en London, que la vida no se me derramaba en acciones de papel. He soñado, he vuelto a respirar. Voy a apretar muy fuerte los ojos, como si pudiese desaparecer.
¿Dónde está el corner shop? Me miro por si he vuelto a bajar en pijama ¿Y mi pijama verde?
Siento esa horrible sensación del miedo, de la garganta agarrotada, no puedo tragar. Me consumo en un pensamiento circular que me araña las neuronas. Me convierto al escepticismo en un golpe de aire, me dejo arrastrar por las olas de la nada y consumo los minutos como cigarrillos de recuerdos que ya he olvidado.
Vuelvo la vista un instante, por si me he dejado algo en el hotel, pero como siempre, lo llevo todo. Cierro la puerta y estoy en mi cama, desierta y muda, como mi garganta paralizada. Voy a mirarme los pies durante un buen rato, tal vez así consiga enfocar la vista esta vez. Pero los ojos bailan su danza particular y ya no me obedecen. Me dejo llevar, el vértigo no me asusta.
No me tapo con la sábana sucia porque me recuerda a los días del verano, me he guardado un resto de sudor en el bolsillo, para rebozarlo en la cama antes de depositarme.
Good nigth, darling!
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