Hoy he creído que veía Ítaca.
Estaba sentado en
la cubierta, miraba el mar. La vi. Se pintó, cómo un collage de pequeños
paisajes con sentido. Todo tiene significado en Ítaca. Cada brizna de tierra y
aire, cada gota de mar o cada estrecha simiente.
Ítaca en el
horizonte, Ítaca en la superficie, Ítaca desasida y estática, Ítaca sin Ulises,
¿quién eres?
-
Soy
la mujer Ulises. La que has traicionado, la que has abandonado, la imagen que
en tus ojos es la esposa que te ama. Ulises, mírame. Tengo ojos y nunca me has
mirado. Ulises, tócame. Tengo abrazos que nunca has susurrado. Ulises, estaba
aquí.
Sigo sentado en
la cubierta, mi abrazo escuece y la piel me quema. No puedo ver, el sol abrasa
mis pupilas y apenas puedo abrirlos. Miro Ítaca, quiero mirar Ítaca, quiero ver
Ítaca y tocarte, y convertirte en mí mismo porque Ítaca soy yo. Ítaca, Penélope, Telémaco, pasión, río, aire
y tierra trabajada con mis manos.
-
Ulises,
descansa. Soy Penélope, la esposa concebida, la amante amada, la compañera que
recoge el pan para la mesa. Duerme Ulises, no temas. El tiempo no es nada.
Déjame que te deshaga los días en mis manos gastadas. Déjame que te teja
los veranos en las pendientes de tu espalda.
Ulises,
el amado. Ulises, el gestado. Ulises, tú, el esperado.
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