sábado, 27 de agosto de 2022

oToÑo

Era el segundo otoño de tu vida y viernes.
Fuimos desde la guardería al Campo del Moro para ver como el verano cambiaba de color.
El aire olía a lapicero. 
Habíamos cogido unas cestas enormes para llenarlas de castañas pilongas. Yo quería explicarte que si te comías una de esas, te volvías loca, pero tú me mirabas complacido sin entender. 
El parque olía a humedad, bajo las hojas había redes de pequeñas ramas entrelazadas.
Buscábamos todos los colores en las hojas y nos perdíamos entre aquellos árboles bajos que nos ocultaban. 
Mamá nos llamaba y nosotros no podíamos estar en silencio, porque la risa era incontenible y siempre nos encontraba y nos decía que nos íbamos a enfriar y que nos pusiéramos el jersey, pero nosotros no queríamos, porque detrás de un árbol había otro árbol y nosotros queríamos tocarlos todos, verlos todos.

Y se paró el tiempo Avena, se paró como cada vez que te recuerdo, como cuando te has marchado y te veo en el aire y veo todas las cosas que hemos hecho y me confundo, porque ya no sé si te he visto o te he soñado. Y pasaste Avena, de la mano de tu madre entre los árboles, escuchando el sonido de las hojas mojadas y mirando y como se había parado el tiempo, no supe si estabas y me quedé quieta, por si te habías escondido conmigo y nos aguantábamos la risa. 



No hay comentarios: