sábado, 2 de junio de 2012

Sobresaltos


Brújulas de papel mojado que afilan silencios de espuma sonora, venid a mí, me guardan los nidos de los pájaros y me conforman los ruidos del verano, ¿el verano? Las estaciones se han suicidado y ya solo se disfrazan de sí mismas sin comprender la temperatura. La lluvia envuelve mi cuerpo y lo limpia sin jabón, pero yo recuerdo la sal del Atlántico. 
Hasta mi ventana sube una estructura de límites improvisados que quieren ser andamio. Cierro los ojos porque no quiero levantarme y cerrar la ventana, pero la construcción improvisada sigue ascendiendo. Me pregunto, si llega a la ventana de mi vecino de arriba...Me consuela saber que lo que no tiene estaciones, pasa de desapercibido. Preferiría que no se despertase, pero el sonido chirriante del ascenso, resuena en el patio como diez tendederos desesperados. 
Aprieto los puños y dejo de respirar, esta noche el aire suena a gritos furiosos y sé que no voy a poder dormir. Voy a meterme dentro de la funda de la almohada y a cerrar los ojos, para sentir otra noche la huida hacia lo pequeño, el escondite.
El corazón se agita, los presagios de aluminio horadan y retumban. Las palabras caídas cuelgan por la estructura como en un móvil imposible que hace equilibrios en la noche. 

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