miércoles, 15 de febrero de 2017

Isla 7

Pastorales



Recorrido absurdo, perdido entre las calles de Londres, perdido.
No reconozco caras o rostros apagados por la niebla, la lluvia se evapora en las aceras como latidos de llanto desmadejados y húmedos.

Tú. Voy. Ciega. 
Llego no llego, me recoges, pero no. 
Sola. Tú. 

Abandonada de mis piernas por mí misma, de mis manos, de la tarde, del calor de la arena en la playa. 

Duerme Ulises, duerme en tu cuna de nada mecida por el vigía, duerme y sueña. No Ulises, no, no sueñes. Los sueños son lagunas de miedo que se te desgarrarán en la noche agitada. Despierta Ulises o no despiertes. Adiós. 

Sola.

La noche cruje y aún no ha llegado nadie. El gato y tú y la noche que me esconde. 

Rojo, rojo, rojo, rojo. Te escucho.

- ¿Me amas? Te amo. Tócame, tiéntame esta noche de oscuridad y de sombra. Méceme en tus senos frescos y dime que no hay nadie, que estamos solas, que el mundo es una casa en el aíre y que aquí no hay nadie, que nunca ha habido nadie, que yo no estoy, que estás tú sola, y es solo el aire lo que mueves en tu trazo gracioso. 
Figura erguida, figura perfilada, trazada y dibujada. Silueta de penumbra. 
¿Estás? Estoy...?

La noche rueda, bota, gira, escupe y chorrea. La noche se moja y se inunda y se nos llena la casa de yodo y de espuma, de viento. La cama se mece y se mueve y tengo miedo, tengo miedo otra vez a naufragar. Mi barco, mi pobre y astillado barco. El vigía sediento
y yo, Ulises el marino sin tripulación. Capitán, capitán, capitán...!!!

Escondida.



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