lunes, 10 de febrero de 2014

no where


Me he colgado del balcón, sin hacer ruido, desganada, de noche, hacía frío, como el frío, tan solo como el frío. 
Tengo frío, tengo mis manos frías, tengo las uñas arrancadas y puestas en la baranda del balcón, al sol, para que se sequen, para evitar el agua.
He rasgado mi piel a la luz de las uvas, sola, deshabitada también. He peinado con las diez uñas de mis diez dedos, mi pecho, mis nalgas, mi espalda a retazos, mis muslos adelgazados y rebosando huesos, como los brazos. He esperado pacientemente hasta que ha salido la sangre, a borbotones tímidos, como en pequeñas gotas agotadas. Líneas de sangre, puntillismo...toc...toc...toc... He autorizado al dolor para que duela, para que escueza, para que apriete, y me he dejado caer, y he llorado, he llorado otra vez sobre la calle pisada y mojada, he llorado sobre el dibujo arrugado que soporta el balcón, siempre mojado, oxidado, limpio y florido. He llorado sobre la baranda de no where y sobre las plumas estériles de las voces de la calle y sobre las caras sin nombre que cruzan mi camino, cada día y sobre ti, sobre todo sobre ti que estás muy lejos.
Y me he perdido, estaba en Nowhere y no encontraba el transbordo de mi línea, porque era la misma y la estación se había congelado y la gente cruzaba al otro lado y no veía, porque no tenía ojos, solo las cuencas pulidas y esterilizadas. 

Panic

- ¿Estás bien?
La piel oscura, la mirada triste, preocupada. Su niño en un carrito, estás bien. Y la sonrisa generosa, cuando sonríe y el niño en su carrito y ella preguntando estás bien estás bien estás bien estás bien... Y yo sin saber qué decir y solo thank you, thank you, thank you...
Are you Spanish? I´m here five month ago, I´m Italian, at the beginning this happened to me always... y sube al vagón conmigo y pierde el tren dos veces y me acompaña cinco minutos, como aquellos cinco minutos de amor en Principe Pío, mientras Tea se moría y ella me miraba, porque también quería estar a mi lado, pegada a mí y le dolía el alma porque solo me vería esa vez, mientras se cerraban las puertas del vagón también, en el metro también, en Madrid, mientras yo lloraba, mientras Tea se moría, porque Tea se moría, porque Tea se moría y se moría y se moría cada tarde, colgada de mis brazos, mientras yo lloraba en el metro, como hoy. 
Y ha estado tres minutos a mi lado, con sus labios rojos pintados, con su guardapolvos rojo, como sus labios. Yo iba detrás y su perfume iba quedando sobre mi piel, envejecida y triste, en medio de Nowhere. Y también quería quedarse a mi lado y venir a mi casa de Nowhere para prepararme la cena porque estás tan delgada, pero tenía que disimular, fingirse un héroe y mantener el orden esperadeeo, ser un hombre, aspirar...

domingo, 26 de enero de 2014

276 chopsticks, 127 tenedores, 156 cuchillos, 78 cucharas...


Hoy lo sé, lo sabía...yo no quiero estar otra vez en un aula, enseñando a adolescentes qué es el sintagma nominal, hablando con gente que no quiere escuchar, que no quiere aprender. No quiero organizar unas normas que desprecio, no quiero ser la pieza que engarza el mecanismo de un sistema que mata la iniciativa.
Quiero enseñar en la calle, en los museos, a través del teatro, enseñar desde la libertad.
No creo en los papeles, en las líneas de los cuadernos, en los típex, en los cuadernos de notas, en las evaluaciones, en los claustros, en los timbres...

277 chopsticks, 128 tenedores, 157 cuchillos, 79 cucharas...






Y llegó el pelotón de fusilamiento, la plaza estaba congelada, no por el hielo de la noche sino por las nieves que aguardaban, al otro lado de la cima de la montaña. Era invierno, y el invierno era así siempre en la aldea.
Hacía frío, hacía tanto frío que las manos de los viejos se resquebrajaban como la leña.
Todo el pueblo aguardaba, el espectáculo iba a comenzar. Silencio.
Las pieles de los hombres esperaban resecas junto al muro centenario de la iglesia. Algo sexual se escurría desde los vientres de las mujeres, las manos apretadas, fingiéndose serenas, las sonrisas torvas. Cualquiera podría compartir el aroma de fiesta que desprendía la aldea. 
Todo era distinto, era el día de la higiene, del baño sereno, del peine sobre la raya arando los años de la infancia...la monotonía.

Los pezones de los hombres, que seguían contra el paredón, estaban erectos; de sus bocas el aliento. El miedo El terror El miedo. 
Disimular, fingirse un héroe y mantener el orden esperado, ser un hombre, aspirar...



Desvirgada entre las tizas de tus dedos, con cucharillas de té, con palillos chinos, tailandeses, vietnamitas, con el sillín de mi bicicleta, con tu mirada equivocada en las mañanas de domingo, en la ciudad inmensa, poblada, deshabitada. Desvirgada en la hora de la siesta, desvirgada sin hombres, sin manos, sin un solo rastro de una sola presencia. Desvirgada una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... 278...129... 158... 80...


jueves, 23 de enero de 2014

...Thursday...


Ahora tengo un nuevo trabajo, apagar fuegos. Es muy interesante, creativo y hasta bonito; lo único malo que tiene es que es poco ecológico y a mí la ecología siempre me ha preocupado muchísimo.
Cada mañana me despierto llena de esperanza, ¿cuál será mi próximo fuego? ¿será grande? ¿será peligroso? ¿habrá víctimas, heridos leves, graves, mujeres, niños, ancianos, hombres con pelos en el pecho...? Intento entonces aguantar cinco minutos más en la cama, porque de verdad que la ansiedad por ducharme, vestirme de bombera y ponerme el abrigo casi me hace olvidar, cada día, que tengo que pasar quince minutos serenamente delante de mi té y prepararme el lunch.

Esta semana no ha habido muchos fuegos en London y la verdad que eso me hace deprimirme bastante, pero le he prometido a Ella que no voy a estar triste, que la ciudad está llena de incencios y de peligros y que aunque yo solo esté en la brigada de fuegos pues que it´s coming. Vamos que seguro que con el tiempo todo irá mejor y podré salir corriendo en cuanto suene la trompeta del móvil, a no sé dónde.

Aunque la verdad, no se lo he dicho, pero está lloviendo tanto...