El horizonte está plano y se seca un gajo de luna en la colina turbia,
has bajado en picado por los ángulos de mis dedos y
aún no estás en el aire.
Tus pulmones se inflan de charcos sin arena
y desprendes aromas de flores inconscientes,
salpicas con tus ojos la linde del camino y se
bifurca en tres la línea de mis manos.
Caminas galopando por un asfalto en fallas
desprendes regueros de ambar enclaustrado y
perfumas los dobleces de la ciudad sin sombras.
Desfilas invisible y yo, puedo verte. Estás
en las miradas ignoradas de lienzos inminentes,
opacas el temor de las luces enclaustradas
y dibujas corsés entre estatuas informes,
con tu dedo de nieve, con brazo fugaz
que se duerme en la noche, con dunas sin estrellas
que levantan amantes y despedazan amores.
Escucha los pasos de rastrojos y encuentra
la pausa de los días sin viento.
Existen, entre tus ojos y yo, cuatrocientos veinte montones
de arena mojada.
Empapa mis párpados de luna y cambia el sonido que taladra
la roca matojos descalzos.
Tu hermosa figura trasgrede mis pasos y
los duerme en sonámbulas luchas de
pasos secuestrados.
Duerme a la madrugada, cabálgala ligero y
sueña con libélulas marinas que te dibujen geometrías
Lo dejo a medias melees, mañana con el sol...seguiré.
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