martes, 15 de mayo de 2012

Suicidarse


When I was twenty-five years old, I tried to commit suicide me. Desde aquel día mantuve esta certeza de la muerte, because dying is an option. No escribirse historias endulzadas de teorías incrustadas por tus abuelas que repetían los instantes como en mantras sonámbulos que no querían analizar.
Le afirmé a mi psiquiatra que la medicación es perversa porque aliena, porque no deja que el dolor tome la forma de la palabra y se haga verdad, ta vérité. Porque la muerte es un tabú más, porque el suicidio es un tabú más, porque el ayuno es un tabú más, because being a vegetarian in Spain is also a taboo and the people lo decora de eufemismos brutos que te intentan negar. Alors tu vive en paralléle, sans échanger ta vérité, en un vraie silence qui te inonde de toi même, comme le boue de jours passés.
La liberté de savoir que je n´ai pas la obligation de vivre, la libération total.

Hoy he arrancado el tendedero con movimientos violentos, el patio sonaba a hierro oxidado, pero nadie miraba. Ayer arranqué las fotos familiares que decoraban la casa con el ego tradicional de quien solo quiere mirar hacia su pequeño universo. La mecedora vive entre la humedad putrefacta y querría deshacerme de todos los muebles de mi abuelo. Vivir en lo intacto, en lo que se desarma con unas cuantas veces de uso. En los parámetros propios, contrarios a la permanencia, a la calidad, a lo que no se rompe. 
Entretanto me he desprendido de la perífrasis modal de obligación, me he quedado con la improvisación desordenada que no reconoce lo anterior. Salgo riendo sin hacer la cama varios días seguidos y vuelvo a ella, quien guarda fiel el olor de mí cuerpo sudado. La sábanas me confirman que existo cada noche y me dejo atrapar en el tiempo perdido de mi futón. Me levanto con el olor intenso de mi piel transpirada en las horas de la inconsciencia y me revuelvo en mi corporeidad como un animal salvaje revolcándome en mí misma. Cette´s la seul vérité. He dormido entre anáforas de pijamas despistados que han dibujado en el colchón líneas caóticas de colores sucios o con olor a suavizante. Me he salpicado con el aceite de jojoba que me eleva y he caído entre pulseras que me ahogan, que me atan consciente para recordarme que existo.

La noche es silenciosa y en el horizonte urbano aterrizan aviones, hay suicidios en la ciudad que adornan en mantos las aceras paseadas. Los que van a morir se inmolan en un ritual urbano de liberaciones conseguidas.




Epilepsia: Razón totalitaria. Mujer tiránica que secuestras almas confiadas.
Epilepsia: Deja a los cuerpos respirar, tú nos raptas a mundos que no nos compartes. Nos olvidas de nosotros mismos y solo queda el sueño profundo.
Epilepsia: Me orinas y me avergüenzas y me muerdes la lengua en un beso sexual de mutilaciones displicentes.
Epilepsia: Suicida suprema. Diosa de las muertes prestadas, de las desapariciones totales que transcurren en fracciones de vida.
Epilepsia, ya me has suicidado cinco, seis, siete veces y sin embargo, aún siento esta materialidad de mi cuerpo superviviente. 
Epilepsia: Mujer silenciosa que guardas tus secretos como un tesoro egoísta que absorbes y que no me compartes.
Epilepsia, dime, ¿dónde me llevaste?


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