lunes, 20 de agosto de 2012

Ganas de vomitar


Nada ha cambiado, en Essex Road estaban asfaltando la calle y he vuelto a sentir esa sensación de que la vida sigue su curso. He estirado el brazo en el segundo piso del autobús, creí que se me escapaba un globo, nadie me ha mirado salvo cuando me he golpeado la cabeza contra la barra. He vuelto a calcular mal, he perdido el globo, alguien me ha tranquilizado y sin embargo no ha sabido responder a mis preguntas. Tengo frío porque llevo los calcetines rotos y la lluvia se me cuela entre los dedos todos los días. He recorrido varias veces el camino al cuarto de baño para intentar vomitar, pero no sale nada. Se me he indigestado el porvenir y la náusea no me deja respirar. El miedo intoxica mi sangre y solo quiero dormir. Voy a luchar contra él, la vigilia me adelgazará las manos y podré dejar de escribir definitivamente. La comida se pudre en la nevera y he decidido andar desnuda por la casa. Sé que hoy no vendrá el monstruo, tal vez más tarde saldré a gritar al balcón, para llamarle, sé que de nuevo escandalizaré a los vecinos, pero ya no me importa. Se me han roto todas las tazas de lunares entre las manos y me sangran los dedos. Así es mejor, porque me olvido del frío. No voy a dormir no, no voy a dormir...
Si hoy fuera el otro día, hablaría de Londres, escribiría como las ciudades son igual que los grupos de amigos, diría que cuando se juntan seres magníficos la espiral asciende del círculo y todos se paran a mirar, todos sienten envidia y desean pertenecerles, diría cómo esta ciudad es como esos grupos, como esos amigos que se encuentran y todos quieren serles. Diría más y más cosas, podría pensar y desarrollar ideas que ahora están en mi nevera, pudriéndose con la leche amarga que me recuerda al té inacabado. Si hoy fuera el otro día...

1 comentario:

Ssplash dijo...
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