miércoles, 12 de septiembre de 2012

Timetable


He desarrollado una nueva técnica de autolesión, creo que esta vez he logrado perfeccionarla tanto que podré patentarla en alguna potente multinacional, creo también que tendrá éxito y que podré hacerme millonaria con ella.
Pasa el tiempo, pero ya no me doy cuenta, he conseguido esquivar el Madrid de charanga y pandereta, he visto a mis colegas deslizarse por un parque acuático de cerveza, anegarse los órganos sexuales con burbujas de cebada y pasar página, como si nada.
Viajo en el metro y escucho hablar de estos días de verano, observo como los urbanitas portan sus botines vacacionales cual fetiches que les aten a una vida que temen, siento como evitan en el pecho que el collar se deslice hasta rozar demasiado la piel. Evitan mirar sus pequeños souvenirs. 
Por eso he decidido clavarme entre los senos un pequeño collar que compré en un puesto de quinta mano en una calle de Nothing Hill. Me he sentado en el canal para ver la caída del sol mientras me clavaba en el pecho las pequeñas bolitas. Nada ha pasado.
Por un instante mi cuerpo se ha llenado de grasa y he sentido la fetidez de la carne, la putrefacción de los animales muertos, el olor a tristeza de los ojos los peces. He saboreado un trozo de mi camisa de Amsterdam, pero ya no sabía a nada. Y cuando estaba desprevenida, Alicia me ha disparado las flechas de su reloj rojo de comunión con un arco invisible y me ha abierto las heridas.
Ahora, simplemente me desangro sola en la casa. Todas duermen y yo despierto a la noche con el sonido loco de mi teclado que una vez acarició Sinpalabras.

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