Exhalación de los días derrotados.
Estupidez de las palabras maldichas.
Encontronazos con las costuras del verbo.
Escapatoria imposible, soñada.
Espirar y expirar.
Entonces, ¿qué?
Encontrarte y desencontrarte y no darme cuenta de que has pasado y ver que el amor se vuelve siempre diminuto en la calle y pensar que así se desmembraron todos los amores, caminando en un desmayo cuesta abajo, cuesta arriba, en línea recta.
Desafiar al instante, retarle y vencer o fingir que has vencido y caminar en un desmayo.
Escupir en algún nombre y alienarse en frases repetidas hasta la nausea.
Difuminar el contorno y derrotar la superficie. Soplar y dar la espalda.
Envolver tu cobertura con cuidado y creerte a salvo.
Estudiar tus líneas de las manos y lanzarte en picado hacia tus palmas y colarte dentro y traspasar el mundo real y no querer volver.
Escribir en el autobús.
El calor en la piel y de nuevo no identificar la temperatura que se mezcla con el recuerdo de los días ordenados. Como vivir por primera vez en coordenadas desconocidas que descubren estaciones. La piel tiene memoria y sin embargo, se desconecta como todo lo demás de aquellas sensaciones no infantiles. Tal vez allí todo era puro.
4 comentarios:
Tal vez...las calles de la ciudad se repiten interminablemente cotidianas en mi vida.
Sabio
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