miércoles, 11 de abril de 2012

Con la mano extendida



PASADO
Con la mano extendida miraba al mar. Allí la vi. Estaba desnuda, bueno, tan solo la cubría una fina tela de gasa violeta. Sus ojos estaban detenidos en la palma de su mano y, sonreía. Pensaba feliz y creía en la fuerza del viento. Observaba las líneas de sus manos con descuido y a veces, hasta olvidaba qué la había traído allí. Tenía la cara llena de sol y el cuenco liso que formaba su mano extendida, comenzaba a llenarse. Respiraba, su cuerpo se hacía ligero. Todo eso vi. Parecía que iba a ascender, sin embargo no era posible. Ella era una mujer de carne y hueso y yo...cómo podía ni siquiera creer por un instante...Pero era tan extraño. Estaba ahí inmóvil, con la mirada fija en un molino de viento. Tuve la tentación de acercarme y preguntarle qué miraba, incluso deseé de pronto moverla con violencia para que saliera de su estatismo. Sin embargo su fuerza era mayor que mi deseo, me resultaba imposible tocarla. Entonces me marché, el deseo me ahogaba y no soportaba seguir allí. ¿Qué pensaba?


Yo sé qué pensaba. Podía leer su pensamiento. Estuve detrás del caballero que acaba de hablar y pude entender todo lo que decía en el teclado de su frente. Podía casi leerlo. 


- ¡Vuela! ¡Vuela molino de viento! Tienes en tus pestañas de algodón el color de la cebada en primavera, sin embargo tu peso es menor. Eres ligero y sabes esperar. Yo te miro bailar en la palma de mi mano quieta, mi mano enamorada, mi mano delirante que te ve haciendo equilibrios. Te miro con amor y deseo que vueles, que dances, que te balancees. Y el viento, ¿dónde se ha ido? Hace un rato pasaba por aquí y estuve conversando con él. Estábamos de acuerdo y ahora me deja contigo en la mano un rato más. Juego sin moverme, ni siquiera cierro los ojos. Me salgo de mi misma para sobrevolarte molino de viento, para remover ligeramente el aire a tu alrededor y danzarte. 
¡Vuela! o ¡baila! o ¡quédate! 


Y seguía sonriendo, jugando desde lo estático, danzando desde el alma, cantando sin voz en una orquesta de serpentinas musicales. Llegó un golpe de viento y se llevó el molino de viento. La mano quedó vacía y ella se extasiaba mirando al horizonte, allí giraba el molino que hacía un instante se había detenido en la palma de su mano. Lo veía volar apoyada en la baranda de madera del paseo.
Sonríe.




PRESENTE
Si este texto lo hubiese escrito en el agua del mar, habría sido más honesto. Aquí, en el asfalto, las palabras de lo marino se vuelven mentiras en mis labios, que caen avergonzados por la pendiente de mi barbilla. Sin embargo, mi mano sigue extendida y mi mirada fija en el molino de viento. Y aunque en estos días que parecen meses, de densos y de extensos en su propia brevedad, me cuesta sonreír al horizonte enmolinado, aprieto mi mano hacia afuera para retener un poco más en mi memoria la sonrisa del agua salada, la libertad de estar en la baranda de madera y aferrarse a lo hermoso.

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