Cementerios,
silencio, solo el viento levanta un gemido a la tierra. Chirría la arena y
cruje la sombra del ciprés.
Nadie…alguien.
El
flautista afina su violín y desciende del crepúsculo para cabalgar su sorda
melodía. Sonámbula, la música parte de la flauta y como sangre caliente gotea
sobre los muertos. Tiritan, despiertan, renacen y sueñan con volver a la vida.
Danzan,
recuerdan los días de sus pies ambulantes y bailan curiosos para invocar el
hálito, el calor en sus bocas.
Las
danzas de la muerte oscurecen la noche, y en la soledad conquistan su espacio.
Jugarán
a vivir, serán actores para retomar los días y soñar con las horas.
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