Pincho en el aire puntas de acero oxidable que se quedan sujetas a la piel del viento cubren el espacio y es difícil pasar ahora sin arañarse.
Otros también se han revolcado sobre las plataformas y les han gritado blasfemias puntiagudas, otros que no fueron reconocidos.
Voy a tejer un gabán de agujas para guarecerme de la lluvia, cuando la gota caiga, la punta de acero partirá en dos la bolita, como si fuera de piel, ploc.
La rabia se ha arrastrado indigna por el campo reseco y con el hábito de los minutos, ya no puedo encontrarla. No la quiero llamar, por esta vez quiero esconderme para que no me encuentre. Me clavo agujas para que, si me percibe, me deje en paz.
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