al caminar furioso le ha cuajado una gota de leche en la frente
y su fragancia agria ha anegado las calles de Madrid.
El camino ha pasado sin pies y en las plantas
de la arena, se han incrustado las pequeñas piedrecitas.
Cabalga, caballo de piedra,
toma la noche y seduce la mata de brillo
de la alcoba.
Los dioses pasean ciegos esta noche
y nadie se acuesta en la hierba.
Ruega por nosotros pecadores,
ruega por nosotras.
Huye, caballo, huye de las manos
de lija que buscan tus riendas,
galopa lejos y hunde tus belfos en la tierra del Norte.
Camina sola, recorre la playa en temores añadidos
ya no sueña.
Los ojos se han derramado en las hojas caídas.
Ya no sueña.
Silencio.
En los huecos de la nada musitan tus ojos,
mira el vacío que cuelga de mis manos y
aleja el cabello que se te cae por la tierra.
Navega en los parques, leva el ancla en los palacios asfaltados,
la ciudad también está ciega.
Tómame
tómame
tómame...
Resalta el cuarzo de tu sombra dorada
y delimita el criterio cansado
que cubre tu silueta.
La argamasa se agita reseca y
en mi cama emerge una ciudad desierta
dejadme un hueco donde quepa,
no me queda nada.
En la sombra el deseo se desmadeja.
A lo lejos, a lo lejos
unos ojos se acercan,
relatan privilegios de cera
y encuentran soledantes
dispersos por la arena.
Mírame
mírame
mírame...ojos de luna negra.
Rasga la línea curva que me enreda.
2 comentarios:
Ya todo son días bestias,¿eh?
Todo gabbagabba...todo bestia, bestia hasta sentirse viva...
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