domingo, 1 de septiembre de 2013

.Sábado.


He pensado en muchos títulos para esta entrada, he ido añadiéndolos en mi cabeza mientras me despertaba, aún en la cama; mientras iba en bicicleta por Hackney; mientras pasaba el sábado. Incluso he pensado en ponerla aparte. Aparte, aislada, fuera. Al final sin pensar llego ahora a la conclusión de que no merece estar aparte lo que se destaca de un modo particular.
Incluso sentí la necesidad VITAL de escribir nada más levantarme y me angustié pensando en que no tendría suficiente tiempo en el espacio que quedaba entre salir de la cama e ir a contact.
Hoy es septiembre, qué mes tan pesado, empeñado siempre en cargarse de metáforas. Pero hoy es septiembre y ayer el último día de agosto y mañana el primer día de colegio y yo, no voy a volver. Eso es lo que pensé ayer por la mañana cuando abrí los ojos. Entonces se me cruzó por la cabeza la palabra venganza...qué cosas!
Entonces me acordé de Sinpalabras y de Tea y de abril y de mayo y de todos los pequeños momentos en que vivía en ninguna parte y me distraía mirando el más allá, y fue en ese momento cuando pensé que todo era una venganza. La revancha del heavy metal, la poesía pura llegó primero pura, vestida de inocencia.
¿Dónde están mis alumnos? ¿Qué será sin mí ahora en sus cabezas? Preguntas al aire o pregúntale al aire, mejor si vas en bicicleta atravesando barrios por la ciudad de Londres. Y pasas de Angel a Hackney y de Hackney a Stoke Newton y en Stoke Newton cambias a otro lugar, un mundo diferente. Gentes de negro, con largas madejas de pelo colgando por encima de las orejas. Mujeres que me recuerdan a las películas de los años 50, niños que parecen adultos de 50. Gentes ordenadas, limpias, de piel blanquísima. Hablan sin hacer ruido, pasean como una familia feliz (porque las familias felices...), con sus propias normas desde dónde existen y son o no son, porque realmente todo me parece un juego de Play Station.
He recogido plantas aromáticas para la ensalada de esta noche, últimamente tengo hambre. A veces los platos son como estampas de los libros de cocina, y no sabes muy bien si estás cenando o eres un nuevo juego de la Play Station.
Ahora me cuesta menos escribir en inglés, lo hago. También tengo que pensar menos al hablar y me tomo el tiempo de corregirme delante de las caras de los ingleses que tienen mi palabra en la punta de su lengua. It´s funny! Sometimes I´ll like to laugh! I do, maybe inside.
En Londres pasas de cualquier parte del mundo a cualquier otra, puedes viajar por el planeta en tu bicicleta sin parar en la aduana. Vas notando en un momento, sin brusquedad, que algo ha cambiado. Entonces el color ya no es el mismo, la luz incluso puede cambiar, tal vez por los árboles. Ahora me parece que en el barrio donde viven los Hasidic los árboles son más altos, y sin tantas ramas por abajo, creo que por eso la luz llegaba con más color hasta el asfalto. También el asfalto cambia y las fachadas, pueden pasar de ser más ruinosas a perfectamente cuidadas, pero todas, todas, parece que tienen los jardines abandonados, cuando las miras por delante.
Un parque puede ser un bosque, el canal un río, barcos que son casas...

- Is this the end of London?
- No, my darling.

Y parece que estás fuera de Londres, porque no se oye ningún ruido urbano. La ciudad de los zorros, el país de Nunca Jamás, porque el otro día intenté escribir que cuando uno se muda de Ninguna Parte al país de Nunca Jamás...

Hoy he visto a Oliver Twist, estaba en casa, aburrido y sucio, sin nada que hacer porque no tiene nada. Mirar al río ya le cansa y hoy no quiere ser visto, porque si no, podría salir a pescar con el sedal. Pero hoy, no quiere ser visto. 
Escucha con repulsión las voces que suben de la calle, el apestoso olor a sudor, a tabaco y a cerveza. Su madre tampoco subirá hoy a cenar, y Oliver Twist no cenará esta noche, porque no quiere, como tampoco quiere pescar. 
Una prostituta, con la voz quebrada se zafa de un viejo borracho que se le cae encima, nadie la ayuda, porque es una prostituta y todo el mundo lo da por hecho, como en España. 
Sin embargo el lugar me parece idílico, el campo, el sendero, los barcos, el canal, la baranda, el banco de madera y nosotras. Todo en una hilera de líneas paralelas, como nosotras, como el amor, paralelo.
Vuelvo a casa, qué es casa..?
Un cementerio. Solo aquí puedes ver lo que ves. El cementerio es un Parque Natural, supongo que lo declararon zona protegida después, me refiero a que primero fue un cementerio, y como aquí no cuidan las cosas, pero tampoco las tiran, es decir, que simplemente las usan con toda naturalidad. Entonces de pronto, entre las tumbas comienzan a crecer plantas increíbles, especies únicas que ahora se vuelven protegidas y ella me dice que este es un lugar perfecto para venir a pasear y traerte un bocadillo y un libro y pasar aquí la tarde. Ella es londinense. 
Seguro que por la noche está lleno de zorros. Yo ahora tengo un zorro en casa, lo que pasa es que lo tengo en el parque, porque ella aún no me deja subirlo a casa ni darle de comer, pero todas las noches nos miramos a los ojos. Yo desde el balcón y él desde el rincón del parque y sube su cola y un poco sus orejas, y yo, pues no sé, porque no puedo verme. Pero me pongo muy contenta y hasta pienso que si no veo al zorro algo no está bien.
Y turkish bread, with potaoes, en el mejor sitio de Londres, no quema, bicicleta otra vez, y un domingo cualquiera para mí es una aventura, un gran viaje.


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