sábado, 17 de agosto de 2013

...sábado...


Me estaba quedando dormida en el sofá, como si fuese domingo. Los domingos la biblioteca está vacía y yo me hago a la idea de que vivo en un castillo. Es así como victoriana, como vieja, como sucia y funciona. Me siento ya aquí un poco más en casa porque resulta que he puesto unas fotocopias en el corcho con mi foto, anunciando clases particulares y así, pues cuando me doy una vuelta me recuerda un poco al salón de mi casa. A veces me obsesiono un poco con esto de los carteles y hago lo mismo que en la biblioteca. Me acuerdo una vez que en mi casa no podíamos pasar al cuarto de baño porque la puerta estaba cubierta con los papeles, reconozco que ahí se me fue un poco la mano, pero al final escribí una entrada en el blog.
El caso es que cuando me desperté y fui a la cocina para hacerme un té, aquí en la biblioteca podemos, este país es diferente. Pues oí un ruido extraño, como de manifestación, me quedé muy quieta en la puerta. Me di la vuelta y abandoné la idea de tomarme el té, alredor de la ketel había un montón de gente, gritaban no sé qué, pero yo me aburrí enseguida de mirar la manifestación y me volví a mi sitio. Lo bueno de vivir aquí es que siempre puedo elegir sitio y no tengo que hacer la aburrida cola cada mañana.

Qué gracia, alguien había sacado ayer el pétalo del vaso y lo había puesto en el borde del lávabo, me hizo reír. Yo lo dejé ahí, pienso que seguirá todavía en el mismo sitio donde lo dejé. No es como lo de la ketel, la verdad es que en la cocina nunca puedo encontrar las cosas y las que me gustan están demasiado alto. Por eso me olvido de comer.

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